«Veo algo oscuro, cuidado»-, le advirtió una bruja al más importante narcotraficante del VRAE, José Manuel López Quispe (36), ‘Papitas’, en una conversación telefónica que fue ‘chuponeada’ por el sistema ‘Constelación’ de la Dirección Antidrogas (Dirandro), la tarde del pasado miércoles 27.
‘Papitas’ se encontraba en Ayacucho y planeaba viajar a su laboratorio de cocaína, en el distrito de San Martín de Porres. Por eso llamó a la bruja, pero no escuchó sus advertencias. «No me encontrarán nada», zanjó.
La llamada hizo pensar a la Policía, que le venía siguiendo los pasos desde hace varios años, que esta vez sí podían pescarlo con las manos en la pasta.
El narcotraficante llegó a Lima a la mañana siguiente y marchó directo a su laboratorio, ubicado en un inmueble de tres pisos en la Asociación de Santa Rosa, en San Martín de Porres. Al mediodía, 10 agentes de la Ofint-Dirandro irrumpieron en el lugar y lo sorprendieron durmiendo en calzoncillos en la segunda planta. En el sótano de la casa encontraron casi 100 kilos de cocaína.
Otro grupo de policías intervino a esa misma hora una embarcación pesquera en Chancay que, según inteligencia, iba a ser usada para sacar un cargamento de cocaína de ‘Papitas’ hacia Colombia. Al cierre de esta edición, los trabajos de perforación del casco continúan, pero no hay rastro de la droga.
‘Papitas’ es oriundo de Junín, pero montó su negocio en Llochegua, Ayacucho. Según la Policía, es el «más grande productor, acoplador, distribuidor y comercializador de droga en el VRAE». Operaba para carteles colombianos y mexicanos, y transportaba la PBC lavada de Ayacucho para su procesamiento en Lima en una flota de automóviles Toyota Yaris del año.
Su caso es una muestra del poder de infiltración del narcotráfico en el Poder Judicial. En 2004 fue capturado junto a narcotraficantes colombianos, pero fue excarcelado ese mismo año. Poco después, la principal testigo en su contra, la colaboradora eficaz Elena Untiveros, fue asesinada a balazos.
En 2009, ‘Papitas’ volvió a caer en el distrito de Sivia, Ayacucho y, un año después, el Poder Judicial lo dejó libre, pese a los reclamos de las autoridades antidrogas. A la tercera va la vencida, alega la Policía, pero está claro que si vuelve a salir libre no será por brujería.