Durante su estadía en México, el Papa Francisco exhortó a la población a no resignarse ante la violencia originada por el narcotráfico y la corrupción que se desarrolla en ese país. Así se expresó en misa celebrada en el estado occidental de Michoacán, jurisdicción aterrorizada durante años por el cártel denominado Los Caballeros Templarios.
«¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas?», preguntó el líder católico ante millares de religiosos y seminaristas. «Frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio: la resignación», advirtió.
El Papa Francisco consideró que la resignación «nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino». Pidió hacerle frente y seguir el ejemplo de otros, como Vasco de Quiroga, un obispo español que en el siglo XVI enfrentó las injusticias que vivían los indígenas.
Desde el 2006 la violencia mexicana ha dado como resultado más de 100 000 muertos y unos 27 000 desaparecidos. Michoacán llegó a ser uno de los estados más afectados por la presencia del narcotráfico, uno de cuyos carteles penetró incluso actividades como la minería y la producción de limón y aguacate.
Cansados de la violencia de los últimos años, habitantes se armaron en 2013 y crearon grupos de autodefensa para enfrentar a los narcotraficantes. Sin embargo, este movimiento también extendió la violencia por decenas de municipios e incluso terminó dividido y penetrado por algunos narcotraficantes a los que antes combatía.