La palma aceitera es el sexto producto con más áreas de cultivo en el oriente peruano, superado ampliamente por las siembras de arroz, café, maíz, plátano e incluso por la siembra ilegal de la hoja de coca; pero sin duda es uno de los cultivos más efectivos para sustituir esta última actividad ilícita, por ello la promoción de este cultivo desde el gobierno peruano y diversas instituciones internacionales y locales, como Usaid, Naciones Unidas y Devida.
La oportunidad de desarrollo de la palma aceitera –iniciativa impulsada por el Estado en los años 70, a través de Emdepalma- se debió al déficit de grasas que existe en el país, pues más del 70% del aceite es importado.
Hoy cerca del 90% del aceite de palma atiende la demanda local de alimentos y una pequeña fracción se destina a biodiesel.
Pese a ello, solo se cubre el 25% de la demanda nacional de oleaginosas.
La generación de trabajo permanente es uno de sus mayores atributos de este cultivo, que brinda sus frutos por más de 25 años, involucrando a más de 29,000 familias en el oriente peruano de manera directa e indirecta.
SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL
Ambientalistas afirman que la palma aceitera es una amenaza de deforestación en nuestra Amazonía, pero hoy dicho cultivo solo se siembra en áreas deforestadas o ya intervenidas, previo permiso de las autoridades nacionales y regionales, sin ingresar a bosques primarios o de producción permanente, ni áreas protegidas, y mucho menos, en zonas cercanas a comunidades nativas.
Asimismo, en los proyectos agroindustriales se mantienen como reserva ecológica el 30% de los terrenos.
En los casi 40 años de cultivo se han sembrado 65 mil hectáreas de palma aceitera, lo que representa el 0.07% de las extensiones totales en el oriente peruano. De esta extensión el 65% pertenece a pequeños y medianos palmicultores de la Amazonía.
En los cultivos de la palma aceitera se utilizan abonos naturales y fertilizantes certificados, y en el caso de enfermedades o plagas, se emplean actividades de control biológico (con insectos y hongos).