América Latina es la segunda región con más trabajo forzoso en el mundo y escenario de un renovado esfuerzo por erradicar y prevenir este problema, destacó hoy la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al iniciar en Lima un taller de inspectores laborales, el primero que se realiza en la región para tratar las acciones contra prácticas que han sido comparadas con formas modernas de esclavitud
El taller reunió a representantes de una decena de países sobre el papel de los inspectores laborales en la primera línea de «la lucha contra esta plaga». Roger Plant, jefe del Programa Especial de Combate al Trabajo Forzoso de la OIT, dijo durante la inauguración del evento que “el trabajo forzoso es la antítesis del trabajo decente».
Plant destacó que la OIT estima que en América Latina y el Caribe hay al menos 1.320.000 personas en situación de trabajo forzoso, de los que al menos 250.000 son también víctimas de trata de personas, actividad que produciría beneficios ilícitos por hasta 1.348 millones de dólares anuales en América Latina.
Sin embargo, el problema del trabajo forzoso es mayor sólo en Asia, donde hay 9,5 millones de trabajadores en esta dramática situación, sobre un total mundial de al menos 12,3 millones. La OIT ha destacado que al nivel mundial, las ganancias generadas por el trabajo forzoso suman unos 32.000 millones de dólares.
«Es necesario fortalecer la capacidad de los inspectores para prevenir y erradicar esta plaga, reforzando al mismo tiempo la iniciativa de la OIT de generar una alianza global contra el trabajo forzoso», dijo Plant.
Crucial rol de los inspectores laborales
En América Latina la OIT coopera con estrategias nacionales de acción contra el trabajo forzoso en Brasil, Perú, Bolivia y Paraguay. Plant recordó que este problema se da incluso en algunos países industrializados, y destacó la importancia de practicar políticas que incluyan prevención, protección y enjuiciamiento en estos casos.
Agregó que en las economías moderas es posible detectar dos tendencias relacionadas con el trabajo forzoso: una ligada a la pobreza, el aislamiento y la discriminación, y afecta a poblaciones indígenas o rurales; y otra conectada con prácticas de trata de personas y con las migraciones.
«Los mecanismos para doblegar a las víctimas tienen una cierta similitud: servicios de contratación engañosos que producen la servidumbre por deudas y encadenan al trabajador», añadió Plant. En el caso de los migrantes, destacó, hay una preocupación generalizada pues están expuestos a diversos tipos de explotación, en especial cuando están en situación irregular.
Al inaugurar la reunión en Lima destacó la importancia de acompañar los avances jurídicos y normativos con el fortalecimiento institucional, y recalcó el papel fundamental de los inspectores laborales quienes tienen la capacidad para detectar indicadores iniciales de situaciones de trabajo forzoso, y pueden acceder con más facilidad a lugares de trabajo.
«El Plan Nacional peruano, producido por la Comisión Nacional para la Lucha contra el Trabajo Forzoso, representa un buen modelo para el continente, pues considera el fortalecimiento institucional y da relevancia al papel que le tocará desempeñar a las inspectorías del trabajo», dijo el especialista de la OIT.
Durante el encuentro regional en Perú será presentado un nuevo Manual de la OIT destinado a las inspectorías del trabajo, con orientaciones para combatir el trabajo forzoso, y se conocerá la exitosa experiencia del Grupo de Fiscalización de Brasil en la lucha contra el trabajo forzoso.