En la cabecera del feraz río Huallaga, a 60 km en línea recta de la tropical Tingo María, la brasileña Odebrecht erige una formidable hidroeléctrica. Cuando se coloque la última piedra en 2016, la presa construida de 200 metros de altura de enrocado, será la séptima más alta del mundo de su tipo. A través de un túnel de 15 km de longitud, las aguas del Huallaga se precipitarán en caída libre para generar 406 MW de energía, haciendo de Chaglla la más potente central hidroeléctrica del Perú después de la legendaria CH del Mantaro.
Desde mayo del año pasado, tres mil hombres trabajan en la obra. La semana pasada se alcanzó una fase clave: el desvío del río, nueve meses antes de lo programado. La derivación del Huallaga, por un túnel de 1 kilómetro perforado a velocidad crucero, es un hito en la construcción, y marca el inicio de la segunda titánica fase de la obra. En apenas tres meses, se debe levantar la primera ataguía de la presa hasta 60 metros de altura para hacer frente a la poderosa carga del Huallaga, antes de que arranque la temporada de lluvias.
El mismísimo presidente Ollanta Humala presenció la ejecución de la maniobra hidráulica, el viernes 8 pasado. También llegaron de diferentes partes del planeta Marcelo Odebrecht, 43, heredero del imperio Odebrecht, y Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), principal financista de la obra, valorizada en US$ 1,200 millones.
Confundidos entre mamelucos de colores, que distinguen a las diversas brigadas especialistas de la obra, también estuvieron el presidente regional de Huánuco, Luis Picón, el alcalde de la provincia de Pachitea, Cayo Rojas, y de las localidades de Chaglla, Mercedes Tolentino, de Pampamarca, Edgar Malpartida, de Chinchavito, Edgar Palomino y de Chinchao, Julián Lino.
En menos de un año, Odebrecht ha adiestrado en diversas especialidades técnicas a un millar de pobladores, entre ellos a las cuatro primeras mujeres choferes de retroexcavadoras, y que se irán asimilando a la obra. No hay tiempo que perder. En la cabecera del Huallaga se trabaja las 24 horas del día, en turnos de 12 horas, con regímenes laborales que se extienden hasta tres semanas continuas por una de descanso, bajo la batuta del incansable ingeniero saopaulista Sergio Panicali. Chaglla es la cuarta central hidroeléctrica que construye Odebrecht en el país, desde que encendieron las turbinas de Charcani V, al interior del volcán Misti, en Arequipa, en 1989.
Desde entonces Odebrecht, bajo la batuta de Marcelo Odebrecht, se ha convertido en una de las tres principales constructoras de hidroeléctricas del planeta, y un conglomerado de ingeniería, construcción y petroquímica que crece a pasos agigantados todos los años, con presencia en 20 países. Solo en la última década, Odebrecht se ha multiplicado como organización, de 20,000 trabajadores a más de 150,000 a nivel mundial. El Perú es su principal cartera de proyectos fuera de Brasil.
Caminando en la penumbra del primer túnel perforado de Chaglla, para ver discurrir por dentro de la montaña la torrentada del Huallaga rumbo a la alquimia energética, Marcelo Odebrecht ni pestañea cuando se le pregunta cómo se defiende la corporación de la crisis financiera internacional. “América Latina está fuera aún de la tormenta; solo el año pasado generamos 30,000 nuevos puestos de empleo”, despejó los nubarrones Odebrecht Jr. con la naturalidad del crack Neymar da Silva.
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