Océano Índico sin delfines

La población media de delfines se ha reducido un 13 por ciento respecto a 1990, según un estudio internacional en el que ha participado la Organización de Productores Asociados de Grandes Atuneros Congeladores (OPAGAC) y que incluso en el océano Índico el descenso alcanza un 80 por ciento desde los años 50 del siglo pasado hasta 2018, a consecuencia de las redes de enmalle que quedan a la deriva.

Las redes de enmalle son un arte de pesca que se usa para capturar atún tropical, pero cuando estas quedan a la deriva los delfines quedan atrapados, según un estudio realizado por un grupo de científicos de varios países en el que ha participado el gerente adjunto de OPAGAC, Miguel Herrera, que estima que 4,1 millones de pequeños cetáceos, sobre todo delfines que habrían sido capturados de forma incidental por estas redes entre los años 1950 y 2018.

El estudio ‘Cetacean bycatch in Indian Ocean tuna gillnet fisheries’, que publica Endangered Species Research, concluye además que las poblaciones de delfines en el Índico suponen actualmente solo el 13 por ciento del nivel de abundancia registrado en 1980 a pesar de las restricciones impuestas al uso de estas redes desde que fueron prohibidas por Naciones Unidas en 1993.

Asimismo, destacan que la captura incidental de delfines llegó a su máximo histórico entre los años 2004 y 2006, con unos 100.000 ejemplares anuales, disminuyendo hasta los 80.000 actuales.

Las redes de enmalle a la deriva son el arte de pesca para la captura del 34 por ciento del atún tropical en el índico. Se trata del arte de pesca más utilizada en esta pesquería. Entre el resto de artes, que también se usan en la pesca de atún tropical, está el cerco, que utiliza la flota atunera española y que en los últimos años no ha registrado mortalidad de mamíferos marinos.

Según el informe, las flotas de nueve países representan aproximadamente el 96 por ciento de todas las capturas incidentales de cetáceos en la pesca de atún con redes de enmalle en el Índico.

Por orden, estas son las flotas de Irán, Indonesia, India, Sri Lanka, Pakistán, Omán, Yemen, Emiratos Árabes Unidos y Tanzania.

Para los expertos, el principal problema del uso de este arte de pesca es que la longitud de estas redes puede variar de 100 metros a más de 30 kilómetros, y de 5 a más de 20 m de profundidad.

Por ello, en 2017, la IOTC aprobó una resolución que prohíbe el uso de redes de deriva de longitud superior a 2,5 km también en las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) a partir de este año. A este respecto, cabe señalar que, a la prohibición de la ONU del uso de estas redes en 1993, se sumó posteriormente la Unión Europea con la prohibición para la pesca de túnidos en 2002 y para toda su flota en 2015.

Ante esta situación, los autores del estudio llaman a la mejora de la gestión y el control por parte de los estados de pabellón y de la IOTC, fundamentalmente, por la falta de datos sobre la actividad.

Recomendaciones

El trabajo recomienda también establecer un conjunto de medidas como establecer un límite de esfuerzo para esta pesquería, mayor vigilancia para garantizar que las redes de enmalle no sobrepasan los 2,5 kilómetros y un control más exhaustivo de actividad a bordo, mediante la combinación de observadores humanos y soluciones de monitorización electrónica.

Por último, destaca que al contrario que las redes a la deriva, el arte de cerco atunero registra una mortalidad por captura incidental prácticamente nula en el Índico, según un estudio que presentó la flota atunera española en 2018.

Ese estudio, apunta que la contribución del arte de cerco a la mortalidad de cetáceos ha sido nula; del 0,15 por ciento, en el caso de tiburones, mantas y rayas; y de menos del 0,3 por ciento para las tortugas.

En el caso de la flota española están prohibidas las operaciones de cerco sobre atunes asociados a cetáceos y a la aplicación voluntaria del Código de Buenas Prácticas verificadas por el instituto tecnológico AZTI e integrado en el Proyecto de Mejora de Pesquería (FIP) puesto en marcha con WWF en 2016.

En base a este Código se ha reducido un 10 por ciento la mortalidad de tiburones y la supervivencia a aumentado en torno a un 100 por cien de las tortugas.

El gerente adjunto de OPAGAC, Miguel Herrera, que ha participado en el estudio, ha subrayado la importancia de flotas de países costeros en

vías de desarrollo en el océano Índico, sus elevadas capturas y la falta de mecanismos de control ha impedido detener la proliferación del uso de redes de deriva.

«Revertir esta situación tan grave exige extremar el control e invertir en métodos alternativos de pesca para desterrar artes tan dañinas para el entorno marino. En 2023 se cumplirán 30 años de la prohibición de redes de deriva por la ONU y sería muy grave para la comunidad internacional que medidas como esta sigan siendo ignoradas», concluye.

Fuente: Ecoticias