Obregón en el banquillo

La jueza Janet Lastra decidió que la acusación fiscal y policial contra la excongresista humalista Nancy Obregón es sólida y justifica que sea encarcelada mientras dura el proceso que se le sigue a ella y una treintena de personas.

Se desvanece así la versión de la principal acusada que ha sostenido que la denuncia está motivada por la “persecución política” – ¿de quién si sus protectores políticos están en el poder ahora?– y la del lobby prococalero de periodistas y ONG que ha venido defendiendo incondicionalmente a Obregón con el necio argumento de que acusarla es macartismo.

SE SABÍA
Los vínculos de Obregón con el narcotráfico y el terrorismo eran conocidos en su zona de operaciones, el Alto Huallaga, desde comienzos de la década pasada, cuando ella empezó a sobresalir como líder de los cocaleros.

En esa época, ella se presentaba como abanderada de los pobres campesinos cocaleros que, según la falsa versión que difundía, no tenían más alternativa que sembrar coca para sobrevivir. Y además, negaban enfáticamente tener alguna relación con el narcotráfico, a pesar de que el 99 % de la coca que producían iba a las pozas de maceración de pasta básica de cocaína (PBC).

La realidad es que desde hace unas dos décadas los narcotraficantes indujeron a los campesinos a producir PBC. De esa manera les permitían ganar un poco más y los incentivaban a proteger con más ahínco y violencia sus cultivos y sus pozas de maceración.

Para el narcotráfico el costo de la materia prima, la cocaína, es una pequeñísima fracción del precio de venta. Sus costos más importantes son los sobornos a las autoridades y políticos, el transporte y la seguridad para evitar que los roben.

Así, el precio de venta de un kilo de cocaína en Nueva York es 60 veces su costo en el Perú, proporción que sube de cien a uno en el Asia y Europa.

Productores cocaleros como Nancy Obregón y su marido, el ex policía Fabio Chávez, pronto se convirtieron en fabricantes de PBC. Y después, como se está demostrando con la investigación policial, esta emprendedora pareja pasó a mayores.

El asunto es que las mentiras de Obregón, su socia Elsa Malpartida y otros cabecillas cocaleros eran respaldadas por un lobby de periodistas, intelectuales y ONG que contribuían al engaño y la falsificación, brindándoles un escudo protector.

Por ejemplo, en el libro Hablan los diablos, de Ricardo Soberón, Hugo Cabieses y otros, intentan darle un barniz académico a la defensa de los cocaleros y específicamente a su participación en política. Tienen un capítulo especial dedicado a “Nancy y Elsa. Mujeres, lucha y liderazgo en el movimiento cocalero”, en el que ensalzan a las dos futuras congresistas del humalismo.

Desde 2005, ellas ingresaron directamente a la política aupadas en el partido de Humala. Como ha declarado la misma Obregón, fueron Ollanta y Nadine los que la invitaron a candidatear con el Nº 1 en la lista de San Martín. Sin duda se trata de una amenaza no tan velada a la pareja presidencial. Obregón sabe muchas cosas más de ellos y podría seguirlos comprometiendo.

MUCHOS MUERTOS
Los delitos de Obregón y sus cómplices no son menores. Y no se trata solamente de producir y traficar droga. Para proteger su negocio, no tuvieron ningún reparo en asociarse con el terrorismo.

Como bien ha recordado el experto Rubén Vargas, entre 2000 y 2010 murieron más de treinta personas en el Alto Huallaga a causa de ataques terroristas, policías y civiles que erradicaban coca ilegal. (“La defensa de la narcococa”, El Comercio, 30.7.13).

Según la investigación policial, Obregón estuvo en contacto directo con esos terroristas.
Esa es la catadura de la excongresista que, como dice Vargas, “disfrutaba acusando a la Policía de un sinfín de delitos solo con el afán de frustrar su actuación en materia antidrogas”.

GOLPE POR GOLPE
Así las cosas, es adecuada la propuesta del congresista aprista Javier Velásquez Quesquén para formar una comisión investigadora en el Congreso que indague las actividades de Obregón.

Por supuesto, se trata de una respuesta de los apristas a las acusaciones del gobierno sobre los narcoindultos, pero eso no le quita sentido a la pesquisa.

Durante su periodo de parlamentarias Obregón y Malpartida usaron su poder para obstaculizar la labor policial y Obregón tuvo como asesor al que después se convirtió en el primer zar antidrogas del gobierno de Humala que, según la revista Caretas, le retribuyó el favor cuando ocupó la jefatura de Devida.

Ambas, Obregón y Malpartida, trabajaron como funcionarias del gobierno actual desde 2011. Es más, en las últimas semanas Malpartida ya había lanzado públicamente su candidatura a la presidencia regional de Huánuco por el oficialismo, según se dice, con la luz verde de la primera dama.

Así las cosas, no es descabellada una investigación del Congreso sobre el tema.

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