Acabadas las clases escolares, miles de niños y niñas en el país tendrán más de dos meses de vacaciones, tiempo que por lo general los padres invierten en talleres y cursos de nivelación.
Sin embargo, la psicóloga Ariana García Palacios, docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental, advierte cinco consideraciones que los papás deben tener en cuenta respecto a las próximas “vacaciones útiles” de sus hijos.
“El primer derecho de un niño es a jugar”, sostiene la académica. Por ello, en estos meses lejos de las aulas, se deben privilegiar las actividades que le permitan al niño seguir desarrollándose jugando. “El juego no es una pérdida de tiempo, sino una forma lúdica de aprender”, agrega.
Por ello, precisó que animarlos a seguir cursos de reforzamiento escolar debe ser muy opcional y dejarlos, tal vez, para los casos en que el rendimiento académico haya sido bajo y se requiera una ayuda particular para nivelar sus conocimientos.
¿Y si el niño no quiere seguir taller o curso alguno en el verano? No es prudente obligarlo. Menos aún si es un curso que gusta a los padres, pero no a los hijos. “Un curso de karate que le apasiona al papá, pero que no es de interés del niño o niña no solo será absurdo, sino hasta contraproducente”, sostuvo.
La docente sostiene también que los programas de vacaciones útiles han hecho olvidar que los juegos del barrio también ayudan mucho a la formación de los niños. Los paseos en bicicleta o un buen partido de fútbol ayudan a ejercitar el cuerpo, refuerzan la inteligencia espacial, al compañerismo y la solidaridad.
Pero, además, jugar con los padres y con los hermanos puede ser el mejor programa de vacaciones útiles que pueda tener un niño. Programar salidas al parque, pasear y jugar con las mascotas, un paseo o un viaje corto, un campamento o hasta juegos en casa, pueden marcar la vida de los hijos.
Finalmente, Ariana García Palacios, recordó que la mejor formación que reciben los niños es la que se da en casa y, sobre todo, con el ejemplo de los padres.