Para producir cocaína se necesitan dos cosas: la hoja de coca y los insumos químicos. Si la erradicación forzada de cocales no ha funcionado, ¿qué posibilidades de éxito tiene la interdicción de insumos? Esta última alternativa parece estar ganando favor entre quienes tienen algo que ver en la lucha contra las drogas. El razonamiento es simple pero seductor. Sin insumos químicos que la transformen, la hoja de coca es inocua y solo sirve para los usos tradicionales que son, en general, positivos.
¿Es posible impedir que los insumos químicos lleguen a las zonas de producción? Para responder esa crucial pregunta IDL-R examinó en detalle, a lo largo de varias semanas, todo el proceso de elaboración del clorhidrato de cocaína, estudió los insumos químicos que se emplean, la mayor o menor dificultad de obtenerlos, y sus costos.
El estudio del proceso fue fascinante y los resultados, reveladores y definitivos. Empecemos por lo primero. La forma tradicional de preparar la cocaína tiene los siguientes pasos: a) convertir la hoja de coca en pasta básica de cocaína; b) esta en pasta básica lavada de cocaína; y de ahí en c) clorhidrato de cocaína.
El primer paso, la preparación de pasta básica de cocaína, necesita los siguientes insumos químicos: ácido sulfúrico, carbonato de sodio y kerosene. El proceso empieza con la maceración de las hojas de coca en ácido sulfúrico diluido en agua para extraer el alcaloide.
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