El agua de los principales afluentes que discurren hacia el valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), y que consume la población del lugar, contiene un alto porcentaje de insumos químicos usados para la elaboración de pasta básica de cocaína (PBC), como kerosene, ácido sulfúrico, cal y otras sustancias venenosas.
Como resultado, los niños de las diferentes comunidades cercanas presentan males estomacales, problemas en la piel, y muy altos niveles de desnutrición, señala un informe publicado hoy en el diario El Comercio.
Fuentes del Ministerio de Salud señalan que las enfermedades diarreicas agudas acosan al 26% de niños del VRAE, mientras que un 35% de ellos padece de infección respiratoria aguda. Los médicos están convencidos que la mala calidad del agua está relacionada con los problemas de salud de los 160 mil habitantes del valle.
Según Marlene Palomino, enfermera del centro de salud de Palmapampa, los problemas de piel en los niños se deben a que se alimentan y bañan con agua de río, contaminada con los insumos químicos usados por los narcotraficantes en sus laboratorios rústicos para la elaboración de droga.
Los asháninkas son otra de las poblaciones más vulnerables. Como los de la comunidad nativa Sampantuari, donde apenas hay una posta médica, que poco puede hacer contra la costumbre ancestral de tomar el agua del propio río. El propio jefe de la comunidad, Virgilio Pizarro, denunció que en la desembocadura del riachuelo cercano a su colonia se acumulan plaguicidas usados en los cocales, tierra arriba.
Problemas en la educación
Nada es beneficioso para los pobladores de estas tierras, de las que el narcotráfico saca ingentes ganancias vía el cultivo de la hoja de coca ilegal, y su conversión a sustancias prohibidas. Entre tanto, los niños de Sanabamba, por ejemplo, a duras penas tienen un profesor, que nunca puede completar sus clases, mientras en Periaventi Alta, ya se dijo que las clases empezarán en mayo, y sin material pedagógico.
Domingo Pérez, presidente de la Asociación de Padres de Familia del VRAE, termina de ilustrar el dramático escenario: En el poblado de Gloria Amargura apenas se estudia tres horas al día porque los profesores tardan en llegar. A la desnutrición infantil, la falta de vías de comunicación que agilicen los traslados, y la educación de bajísima calidad, se suma la contaminación de los ríos que amenaza con envenenar a los pobladores de esa fértil región.