Las garras del narcotráfico no tienen límites cuando se trata de conseguir sus ilícitos propósitos. Un informe de Buenos Días Perú da cuenta de la utilización de niños del Alto Huallaga y del valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE) en la cadena productiva de las drogas.
Al comienzo, los menores se dedican a la cosecha de las hojas de coca que irán a servir al narcotráfico. Posteriormente se convierten en acopiadores o transportadores de los cargamentos de coca. Lo peor del caso es que, según la sicóloga María del Pilar Mejía, estas víctimas se ven, a futuro, como cocaleros y hasta productores de droga.
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