Narcos pierden US$ 6.7 millones con erradicación en el Monzón

Hasta hace unas semanas, el valle del Monzón era el fortín más poderoso del narcotráfico en el Huallaga.

La producción de hoja de coca y de pasta básica que salía del Monzón aportaba un alto porcentaje de cocaína que exportan las mafias de la droga en el Perú.

Productores cocaleros y la agrupación senderista que encabezaba el «camarada Artemio» durante décadas impidieron el ingreso de los erradicadores. Mientras en el resto del Huallaga los cultivos de hoja de coca eran reemplazados, paulatinamente en el valle del Monzón crecía bajo el resguardo senderista.

Pero todo eso ha cambiado.

El 18 de enero de este año, los «coreanos», como son conocidos los erradicadores del Proyecto Especial de Control y Producción de Cultivos Ilegales en el Alto Huallaga (Corah), por fin ingresaron en el Monzón y hasta el momento han destruido 1,279 hectáreas de hoja de coca de las 8 mil que existen actualmente. Esto significa el 16 por ciento de los sembríos de hoja de coca en el valle.
Lo que los «coreanos» han erradicado equivale a una  producción anual de 4.796 toneladas de clorhidrato de cocaína, mercancía estimada en  6 millones 714 mil dólares.

Las plantaciones ilegales erradicadas corresponden a los caseríos de Maquizapa, Agua Blanca, Shitari, Palo de Acero, Rondos, Río Espino,  Santa Rosa y Manchuria. Se calcula que la erradicación total culminará en junio próximo.

FIN DEL IMPERIO NARCO
Los únicos que se resisten a la erradicación son los dirigentes cocaleros, con el apoyo de un grupo de pobladores del centro poblado de Cachicoto. Acusan al gobierno de forzar la destrucción de los cocales antes de la conclusión de las conversaciones que en Lima se desarrollan entre las autoridades del Estado y los líderes cocaleros.

«Lo que el Estado hace es un crimen. Pedimos que cesen las erradicaciones hasta que culminen las conversaciones entre nuestros dirigentes, la Presidencia del Consejo de Ministros y Devida en Lima. Nosotros contamos con un proyecto de desarrollo integral para darle solución  a la problemática de la hoja de coca que queremos que se apruebe. El gobierno no está bien informado de la realidad del Monzón y cree que aquí se puede aplicar el modelo que se ejecuta en la región San Martín», explicó el secretario de organización de la Federación de Cocaleros del Monzón, Ángel Malpartida Vega.

«Nuestros suelos no producen otra cosa que coca. En todo caso, que antes de erradicar hagan un estudio de suelos y que determinen qué se puede  plantar y en base a eso que nos den tres años para que el nuevo cultivo nos dé sus frutos», manifestó Malpartida.

ESTO ES UNA GUERRA
El dirigente sostiene que la erradicación se cumple sin que se entregue ayuda a los campesinos que se quedan despojados de sus cultivos y sin qué sobrevivir:

«No es posible que nos estén erradicando cuando este es el único sustento que tenemos para vivir, esto está creando una crisis. Estamos a días de culminar las matrículas escolares y de 460 niños que anualmente se inscribían, actualmente solo hay 180. Los campesinos ya no matriculan a sus hijos porque no tienen dinero», expresó.

En el valle del Monzón cada hectárea produce alrededor de 30 arrobas de hoja de coca por cosecha. Este es un valle privilegiado que produce cuatro cosechas al año, a diferencia de otros valles cocaleros donde solo se dan tres. Cada hectárea en el Monzón produce 120 arrobas de hoja de coca anualmente.

La erradicación iniciada en enero pasado ha originado la escasez de hoja de coca en el valle, lo que a su vez ha llevado al incremento de su precio en los dos últimos meses.

Si en diciembre pasado los narcotraficantes pagaban a los campesinos 45 dólares por una arroba de hoja de coca  (11.5 kilos), hoy el precio se ha elevado a 70 dólares. Así mismo, el precio de la pasta básica lavada aumentó de 700 dólares a 1,000 dólares y el clorhidrato de cocaína se ha incrementado de  1,000 dólares a 1,400 dólares, el mismo precio que antes se pagaba por la droga entregada en la frontera.

LUCHA SIN CUARTEL
El Ministerio del Interior ha dispuesto para el trabajo la presencia de 1,200 erradicadores que son resguardados por 600 policías en el campo y que son trasladados a los cultivos principalmente por vía aérea. La policía cuenta con 10 helicópteros UH-2H cedidos por la Sección de Asuntos Narcóticos (NAS) del gobierno de Estados Unidos.

El personal es dividido en tres grupos y diariamente son internados en el monte dos  grupos mientras que el tercero los reemplaza en los momentos de descanso.

La decisión por la erradicación forzada en el Monzón, y no concertada como se da en  otras zonas del Huallaga, fue tomada por el Ministerio del Interior debido a que durante años las conversaciones con los campesinos cocaleros fueron inútiles y por el contrario los cultivos de hoja de coca crecían año a año.

El director de Operaciones del Corah Tingo María, Miguel Ramos Hernández, explicó que en los años 90 hubo intentos del Estado de trabajar en el Monzón y en los últimos años se hicieron planes anuales para ingresar y erradicar. Empero, siempre hubo la misma respuesta del agricultor: que la coca era irreemplazable y que no había otro cultivo que cubra sus necesidades:

«Por años se conversó con los dirigentes y nunca aceptaron el ingreso, lo único que se consiguió fue que en 2000 el Corah se retirara de la zona bajo la promesa de los cocaleros de que no iba a haber nuevas siembras y que ellos se harían cargo del empadronamiento de los asociados y trabajarían en las alternativas de desarrollo».

El Corah se retiró a pedido de los campesinos y cinco años después las autoridades peruanas hicieron una revisión de la realidad del valle y se constató la expansión de cocales jóvenes. «Nos replegamos y aprovecharon para plantar coca a diestra y siniestra», enfatiza el jefe del Corah en Tingo María.

Sorprendentemente y a diferencia de años atrás donde cualquier intento de ingreso del Estado recibía una agresiva respuesta de los cocaleros y que terminaba con muertos de por medio, esta vez el ingreso de los erradicadores al Monzón se ha desarrollado con total calma. Esto se explica por el fraccionamiento que han sufrido sus organizaciones cocaleras, además de la carencia de líderes que fueron detenidos a fines del 2010.

«Luego de muchos intentos de convencimiento el agricultor cocalero ha entendido  que este es el camino para salir de los problemas. Siempre sucedió que más que los cocaleros, los opositores siempre fueron los dirigentes, que sin siquiera tener plantaciones de coca los obligaban a oponerse a la erradicación por intereses personales», explica el jefe del Corah.

Según el jefe del Frente Policial Huallaga, general PNP Walter Sánchez Bermúdez, el ingreso al Monzón es un gran salto en la lucha contra el narcotráfico y asegura que en junio, luego de culminarse con la erradicación, se iniciará una nueva etapa de desarrollo en el valle: «Aquí nadie puede decir que no se produce droga. Sabemos que en la parte alta del Monzón se elabora  clorhidrato de cocaína y en la parte  baja están mayoritariamente los laboratorios de PBC. Ellos lo niegan pero si esta población no consume coca y no hay industria a la que se direccione esa producción, pues entonces se va al narcotráfico».

LA ÚLTIMA RESISTENCIA
Cuestionado por la hoja de coca que es entregada al narcotráfico, el dirigente Ángel Malpartida afirma que debido a supuestas fumigaciones de cocales en la zona el valle solo produce coca de tercera, que es comprada a 35 soles por Enaco: «Son 35 soles por arroba y un campesino saca alrededor de 10 arrobas en su chacra. Son 1,200 al año. ¿Qué se hace con 1,200 al año? Por eso es que le vendemos al mercado libre, donde  nos dan  150 soles por arroba».

Luis Teléspuri Huertas, campesino del caserío de Manchuria, exige al gobierno una indemnización por su coca destruida: «La erradicación nos ha sorprendido y han matado nuestro único sustento, qué vamos a comer. Yo pido una indemnización para mi pueblo. Nos han erradicado hace unas semanas y nadie ha venido a darnos ayuda», demandó Teléspuri.

El director de la oficina zonal de Devida Tingo María, HugoTafur Guerrero, aceptó la falta de ayuda a los erradicados pero manifiesta que se debe a que todavía Devida en Lima se encuentra preparando el plan de apoyo y acción para el Valle del Monzón. Este plan será presentado al presidente Ollanta Humala para su aprobación y luego será enviado a la PCM para que a su vez coordine con las instituciones ejecutoras. Considera que la ayuda  llegará en cuatro meses.

«Todo es un proceso, no es de la noche a la mañana. Se verán las acciones inmediatas a tomar para asegurar las necesidades alimentarias. Sabemos  que el cambio de cultivo demora algunos años y por eso se está considerando iniciarse con la crianza de animales menores y las granjas piscícolas», indicó Tafur.

Mientras el proyecto siga en el papel, la tensión crecerá en el Monzón. (María Elena Hidalgo).