Narcopolítica

Los vínculos de la congresista Nancy Obregón con el narcotráfico son cada día más evidentes. A pesar de todo, su partido y el Congreso la protegen, hasta ahora.

La captura de un ex asistente de Obregón en el Congreso, Max Caller, con 140 kilos de cocaína prendió los reflectores sobre la parlamentaria cocalera. Muy pronto aparecieron sus relaciones con el narcotráfico, conocidas fragmentariamente desde hace tiempo, pero que ahora se empiezan a analizar en una nueva perspectiva.

“La familia de Obregón compra coca para llevar a las pozas donde procesan droga”, declaró a la revista Caretas Corina de la Cruz Yupanqui, propietaria de Radio Solar de Tocache, San Martín. (17.9.09).

El esposo de Obregón, el ex policía Flavio Chávez Peralta, “recorre esta zona” comprando coca, es un acopiador. “Acá todos lo conocemos –añade Corina de la Cruz– y sabemos que la coca que acopia no la vende a Enaco”.

Como sostuvo en frase célebre la propia Obregón, “sabemos que nuestra coca va a las pozas de maceración” de pasta básica de cocaína (PBC).

Linda familia

El gobernador de Tocache, Eusebio Flores Paredes, confirmó a Caretas que “la familia Obregón son amos y señores de la coca de Santa Rosa de Mishollo”.

El diario Perú.21 ha documentado, por su parte, las amenazas de muerte que recibió la ex alcaldesa del distrito de Pólvora, Nancy Zamora, de parte del marido de Obregón, por haber denunciado las relaciones de la congresista con el narcotráfico. (“Esposo de Nancy Obregón denunciado por amenazas”, 18.9.09).

La periodista Corina de la Cruz también fue amenazada de muerte por el marido de Obregón y, al igual que la ex alcaldesa, denunció el hecho a la gobernación.

Caretas también detalla cómo varios miembros de la familia Obregón poseen chacras de coca –algunas protegidas con trampas explosivas–, muy cerca de las cuales la Policía ha encontrado pozas de maceración de PBC.

En suma, la familia Obregón domina Santa Rosa de Mishollo y “el narcotráfico controla caserío de Nancy Obregón”, según El Comercio (16.9.09).

Tiene cuatro patas, rabo y ladra. ¿Es un perro? Los nacionalistas de Ollanta Humala dicen que no. La mayoría del Congreso también lo niega, hasta el momento.

Los otros

El caso de Nancy Obregón es el más notorio, pero no es el único. Margarita Vásquez Ochavano, dirigenta de la Asociación de Cocaleros de Padre Abad, en Ucayali, fue detenida por la Policía antidrogas (Dirandro) en abril de este año. (Info Región, “Ex asesor de Nancy Obregón no es el primer detenido por narcotráfico este año relacionado con cocaleros”, 1.9.09).

Luego fue apresado Juanán Silvestre, ex dirigente de la central cocalera CENACOP, fabricando PBC.

Un mes después fue detenido Héctor García Lujerio, alto dirigente de la otra central cocalera, la CONPACCP, de Nancy Obregón y Elsa Malpartida. García Lujerio fue apresado por la Dirandro de Tingo María cuando trasladaba hacia el valle del Monzón –zona liberada del narcotráfico– insumos químicos para la elaboración de PBC.

Los defensores

A pesar de todo, hay gente que tiene el cuajo de sostener que se trata de pobres campesinos que siembran la “coca milenaria” porque no tienen alternativa. Y que una cosa son los humildes cocaleros ilegales y otra cosa muy distinta el narcotráfico.

En realidad, ellos no tienen el menor interés en cambiar la muy rentable producción de PBC por ningún otro producto. En agosto de este año, los cocaleros de Santa Rosa de Mishollo hicieron huir a Alfredo Rivera, director de la Oficina de Proyectos y Servicios de Naciones Unidas, y al alcalde de Tocache, David Bazán, que pretendían difundir las ventajas del cacao entre los pobladores. Entre los cabecillas que azuzaron a la turba, estaba el esposo y el cuñado de Obregón, Flavio Chávez y Juan Carrillo.

Mal negocio

¿Cómo llegaron las cocaleras Nancy Obregón y Elsa Malpartida al Congreso? De la mano de Ollanta Humala.  Como era de esperarse, ellas han usado el cargo, el sueldo y la inmunidad, para proteger la coca ilegal, con el pretexto que defienden a los campesinos pobres de las garras del Estado que quiere hacerlos morir de hambre.

Humala y muchos otros políticos apoyan y protegen a esa gente no sólo por ideología, sino también porque se han creído el cuento de que los cocaleros les aportan muchos votos. En realidad, pierden muchos más de la población que rechaza las drogas y el narcotráfico como un componente básico de la inseguridad ciudadana.

Pero los rabos de paja abundan en la política. El congresista aprista Elías Rodríguez, denunciado el año pasado por sus proximidades con el narcotráfico, sigue tranquilo en su escaño. Y los públicos vínculos de Lourdes Flores con César Cataño paralizan a Unidad Nacional. Pero esa es otra historia.

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