Al descubierto. Una operación en el sur andino en febrero pasado dejó al descubierto no solo un cartel de policías que robaban y comercializaban droga entre Perú y Bolivia sino también un aparato legal que les permite comprar jueces e intimidar a otros. Grabaciones interceptadas por equipos de escucha de la DEA dejan entrever un alto grado de corrupción en penales, Poder Judicial, Policía Nacional y autoridades regionales.
El lunes 11 de febrero por la tarde, el general de la policía nacional Alberto Villalobos Fernández danzaba alegremente por las calles de Puno al ritmo de la diablada interpretada por una banda de música de la famosa fiesta de la Candelaria. Como jefe del frente policial Puno, era su deber participar junto a las autoridades políticas, militares y administrativas en la festividad más tradicional de la región.
En medio del júbilo, el rostro del general no podía ocultar preocupación. Villalobos sabía perfectamente que en ese mismo momento, un grupo de por lo menos 120 personas, entre ellos, un equipo de efectivos antidrogas y de fiscales especializados de Lima se desplegaban en varios puntos de la región Puno para desarticular, por primera vez, una organización de narcotraficantes compuesta por efectivos de la institución policial.
El principal blanco objetivo de la operación era la detención del jefe de la mafia, el suboficial de tercera Óscar Peralta Monroy. Ese día, el efectivo debía ser parte de la comitiva de seguridad del propio general, pero extrañamente no se había presentado a la vivienda del alto oficial.
Ante la posibilidad de que sean alertados los demás policías implicados, el número uno de la policía puneña debía disimular que todo iba bien y cumplir con su presencia en la fiesta de la Candelaria.
En aquel momento, todos los policías de Puno, incluida la seguridad del general, estaba bajo sospecha.
ROBANDO DROGA
En vísperas de la Navidad 2012, agentes de inteligencia antidrogas destacados en la región Sur supieron por información de sus confidentes que el abogado de un ciudadano boliviano había asistido a la comisaría de Zepita, cercana a la frontera, para exigir al comisario la devolución de un alijo de droga que sus agentes habían incautado a sus clientes días antes.
De esta incautación, no había un documento oficial que la registrara, por lo que se daba por entendido que la droga había ido a parar a manos de los efectivos. Al indagar los hombres de inteligencia averiguaron que el responsable del arrancamiento de la droga era el suboficial de segunda Uriel Salazar Bardales, conocido como «Chizito».
Este se vinculaba con otro agente que tenía una sinuosa trayectoria: el suboficial de tercera Óscar Peralta Monroy.
El efectivo tenía un nivel de vida muy por encima de un suboficial de frontera. Según registros de Migraciones, Peralta Monroy tenía viajes al exterior, principalmente Bolivia, por el puesto fronterizo de Desaguadero. Extraoficialmente, se sabía que era dueño de compañías de transporte terrestre, propiedades y un hostal en Puno y casas en el distrito de Ilave.
Se sabía también que Peralta se había mantenido destacado por muchos años en puestos en Puno y Juliaca y que en la ciudad de Moho, conocido por ser centro de acopio y ruta de la droga hacia Bolivia, su hermano, Álvaro Peralta Turpo, era el alcalde actual.
Descubrieron también que Óscar Peralta había sido separado de la institución policial por su participación irregular en un acto de corrupción, pero reincorporado un año antes, sin mayor explicación. Sospechosamente, varias notas de inteligencia dando cuenta de la posible implicancia de este policía de Puno en narcotráfico, llegaban a las oficinas de la Dirección de Inteligencia (Dirin), sin que ninguna provocara cambios o investigaciones.
Los agentes de la Oficina de Inteligencia de la Dirandro (OFINT) diseñaron un plan de trabajo y solicitaron apoyo para identificar a los responsable de esta red de narcopolicías.
AUDIOS DELICADOS
Entre enero y febrero pasado, la Oficina de Apoyo Técnico Judicial de la Dirandro, el programa de escuchas más conocido como Constelación, pinchó teléfonos celulares de policías y de civiles.
Más de 3 mil registros de conversaciones fueron grabados por los agentes escuchas de la Dirandro durante cinco semanas. El contenido de las mismas revela que la organización se dedicaba a robar droga de traficantes bolivianos para revenderla a otras organizaciones en el Perú o en Bolivia, y ofrecía un marco seguridad a las cargas de remesas de drogas enviadas desde Tingo María y Lima a Puno.
El policía Óscar Peralta aparecía como cabecilla y financista de esta organización delictiva, teniendo como base central de operaciones de la zona de Desaguadero-Puno.
El suboficial Neptalí Mendoza Castillo estaba a cargo de comercializar parte de la droga del grupo de policías liderado por Peralta, mientras que el otro efectivo, Uriel Bartolomé Salazar Bardales, estaba encargado de apoderarse de la droga de otras organizaciones, en complicidad de sus colegas de la comisaría de Zepita, bajo la modalidad de «arranchón», para luego comercializarla.
Si bien se produjo la captura de los 3 efectivos y de otras 12 personas, hay otros cuyas voces aparecen en los miles de audios que poseen las autoridades. Al momento de las capturas, algunos policías no se habían presentado a sus unidades por algunos días, creyendo, al parecer, que serían aprehendidos. No se descarta otras capturas como parte de un proceso cada vez complejo que comienza a salpicar hasta autoridades (Mañana: cómo narcos pagaban a jueces y abogados).
POLICÍAS ERAN ACAUDALADOS EMPRESARIOS
La investigación fiscal ha determinado hasta el momento que los investigados contaban con empresas y bienes a nombre suyo producto del negocio de la droga.
El suboficial de tercera Óscar Peralta Monroy tenía una casa en Desaguadero, una empresa de transporte y un hostal de tres pisos en Desaguadero.
Antes de ser detenido, acababa de adquirir dos vehículos del año en Tacna. La fiscalía antidrogas de Juliaca investiga otras posibles propiedades.
El suboficial Neptalí Mendoza Castillo, conocido como «One Dolar», había creado dos empresas de transporte, Roma y American Express.
Localidades como Collao Ilave, Huancané, Moho, Carabaya, Azángaro y Juliaca se han convertido en zonas de acopio y rutas de narcotráfico.
Malos policías buscan ser desplazados en puestos policiales de estas localidades seducidos por lo ilícito.
PRÉSTAME FIERROS, ME DICEN
El cabecilla, suboficial PNP Óscar Peralta, es advertido por un colega que contrainteligencia lo sigue. Peralta refiere que lo tiene todo bajo control.
NN: Te vas a cuidar ah.
Óscar: ¿Por qué?
NN: Dice que te están haciendo seguimiento, hay varios comentarios, cuidado.
Óscar: Anda on, a quién le están siguiendo, dime…
NN: Dice que entre policías todo se sabe. dice que te están haciendo seguimiento a escondidas, por lo de Uriel (PNP Salazar Bardales. Dice que hasta eso se han enterado…
Óscar: ¿de Uriel?, ¿qué pasó?
NN: Eso dicen que todo saben, ten cuidado.
Óscar: Sí, sí, pero yo sé quién es su… a quién le han quitado y qué le han quitado, pero esta gente está conmigo, aún me quieren contratar: préstame fierros, me dicen.
NN: Ellos mismos serán, pero hay varios policías, dice que por eso entre policías han comentado pe, que les están haciendo seguimiento, más que todo a ti…entonces te estoy llamándote ah…
TENGO UNA CAJITA NO MÁS
Rubén Maceda, abogado del sobrino del cabecilla Clever Peralta Condori, advierte de una operación antidroga.
Rubén: Hola, Esmilda
Esmilda: ¿Qué ha pasado, Rubén?
Rubén: ¿Tienes algo en tu cuarto?
Esmilda: Sí.
Rubén: ¡Puta! ya estamos cagados. ¡Mierda! Policía lleno, dicen hay 10 policías en la casa.
Esmilda: ¿Así?
Rubén: Sí
Esmilda: ¿y qué?, ¿qué cosas están buscando?
Rubén: No sé pues, hijita, no sé, no sé qué…. qué están buscando, de algo que tienes allá
Esmilda: Tengo un… que se llama este que se llama, una cajita no más, tengo pe ahí. Le estaba diciendo al Óscar: ya llévale, llévale, devuélveselo», diciéndole.
Rubén: Ya, ya estamos fritos, hermanita, no sé, ya estamos todos…puedes escaparte no más ya, ya puedes escaparte nomás, tú frente a Bolivia ya, ya desaparece, puedes escaparte no más…
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