Las casas, los hoteles y los diferentes inmuebles de poderosos narcotraficantes que hoy se encuentran tras las rejas son descritos al detalle en un informe publicado hoy en el diario El Comercio. La casa llena de espejos en las habitaciones que tenía en Chorrillos Óscar Rodríguez Gómez, más conocido como ‘Turbo’ por sus amigas vedettes, el hotel linceño del narco conocido como el “Rey de los burriers” que hoy sirve como sede de la Procuraduría Antidrogas, el complejo Villa Coca de “El Padrino”, y otros predios hoy son administrados por la a Oficina Ejecutiva de Control de Drogas, OFECOD.
A continuación el informe publicado hoy en el diario El Comercio:
El tráfico ilícito de drogas se torna cada vez más sofisticado: la complejidad de la estructura criminal dificulta el hallazgo in fraganti de algún pase o envío de droga. Al tristemente célebre “Turbo”, por ejemplo, uno de los narcos más poderosos que ha surgido del VRAE, la policía jamás le encontró un cargamento de cocaína (aunque sí a su organización). Al amigo de las vedettes lo atraparon por sus desmedidas riquezas: tenía tanto, pero tanto dinero, que ninguna de sus empresas podía justificar sus movimientos.
El caso de “Turbo” fue el primero en que se aplicó la ley de lavado de activos: todas sus propiedades y cuentas bancarias fueron incautadas mientras se resolvía el proceso judicial. Los bienes —como ocurriría luego con el resto de narcos— pasaron a ser administrados por la Oficina Ejecutiva de Control de Drogas OFECOD.
Solo durante el 2008 esta dependencia —hoy en el ojo de la tormenta por el nombramiento como directora de la nuera del ex primer ministro Jorge del Castillo, Patricia Lozada— incautó 64 inmuebles y 345 vehículos en todo el país; un año antes fueron 51 casas y 292 carros. Si sumamos el total de propiedades intervenidas desde 1990, el número de inmuebles confiscados hasta el año pasado ascendía a 1.505. ¿Cuál fue el destino de algunos de estos bienes?
1 Los bienes inmuebles de “Turbo” y Collazos: hacia una estética del narco
Óscar Rodríguez Gómez, “Turbo”, tenía fascinación por los espejos. Cuando la policía intervino sus hoteles en Lima y Huamanga, así como sus casas en Chorrillos, encontró amplias habitaciones con espejos en paredes y techos. Pero algo más: lejos de elegir una mano de pintura, “Turbo” prefería la practicidad de las losetas en sus fachadas, acompañadas de extravagantes colores en las lunas.
La misma estética predomina en los cuatro hoteles que le incautaron al narco Ernesto Collazos, el “Rey de los burriers”. Uno de ellos es el Marabú, en Lince, frente al parque Castilla, donde Collazos preparaba a las “burriers” con las que enviaba la droga. Los ocho pisos del inmueble están cubiertos de lunas color verde que quiebran la armonía del paisaje.
Aquí, en los cuartos con jacuzzi que alguna vez cobijaron a amantes extraños y desesperadas burriers, funciona ahora nada menos que la Procuraduría Antidrogas del Ministerio del Interior. Este espacio, cada vez más estrecho, es compartido con otras dependencias del Ministerio de Justicia.
Los 23 inmuebles incautados a “Turbo” entre Lima y Huamanga tuvieron otro destino. Uno de ellos es sede de la Dirección Territorial de Ayacucho y las dos casas de Chorrillos fueron asignadas a la División de Lavado de Activos de la Policía Nacional.
Uno de los primeros en afianzar esta estética del narco fue, qué duda cabe, Reynaldo Rodríguez López, “El Padrino”. Su casa de playa de casi 2.000 metros cuadrados y 25 habitaciones en San Bartolo era un palacio de la ostentación donde, se dice, organizaba orgiásticos encuentros. Rodeado de palmeras, la mansión tenía dos bares, piscina, un salón de juego, sauna y discoteca.
2 La villa de la coca: Palacios y gollerías delatadas por una explosión
Cuatro años antes de que se descubriera que en su casa funcionaba un laboratorio de drogas y de que su rostro acaparara las portadas de los diarios, Rodríguez López mostraba orgulloso a los medios su inacabable colección de licores. Era el invierno de 1981. Tenía 37 años, más de una decena de empresas y su fama de nuevo millonario recorría la capital extrañamente libre de sospechas. Nadie lo llamaba aún “El Padrino”.
Continúa leyendo el artículo completo publicado por el diario El Comercio en: http://elcomercio.pe/impresa/notas/narcoimperios-que-cayeron/20091101/362815