San Miguel, uno de los caseríos que conforman el centro poblado de Chinchavito, en la ceja de selva de Huánuco, fue el punto de inicio del programa “Riego Vecinal”, que además de mejorar la calidad de vida de la población está revalorando el papel de las mujeres al brindarles una oportunidad de empleo remunerado con el que aportan a la canasta familiar.
En junio se dio inicio a esta iniciativa que permite mitigar el efecto del polvo sobre las poblaciones ubicadas al borde de la carretera, por donde transitan los vehículos que llevan herramientas e insumos para la construcción de la central en el Complejo Hidroenergético de Pillao.
El proyecto se expandió a Chinchavito, y hoy se ha incorporado a otro caserío que no está en el área de influencia pero se ubica en el eje de ingreso a esta vía alternativa al proyecto, como es Cayumba, en el distrito de Mariano Dámaso Beraún, provincia de Leoncio Prado.
A lo largo de la margen derecha del río también se han incorporado los poblados de La U, Cristal y Nuevo Progreso, y en breve otros seis sectores también formarán parte del proyecto.
En coordinación con las autoridades de cada caserío se procede a orientar a los participantes con charlas sobre técnicas de riego, manipuleo del agua e instalación de mangueras, principalmente. Es un trabajo por horas, no de todo el día. Y si ese día llueve, igual se mantiene el financiamiento para las 208 mujeres trabajadoras de los once caseríos que participan del programa.
Dependiendo del lugar hay una o dos mujeres trabajando. Por el momento se opera en seis caseríos, mientras que en los otros cinco se está en la fase de implementación. En Cayumba hay un punto de riego operativo, al igual que en La U, Cristal y Nuevo Progreso. En San Miguel y en Chichavito hay dos puntos.
Todos juntos significan una cobertura de más de 300 metros de riego en zona urbana, donde chicos y grandes disfrutan de un ambiente libre de polvo, y de un ingreso económico adicional para sus familias.