Se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la FAO ha destacado la necesidad de empoderar a las mujeres e invertir en actividades que aumenten significativamente su productividad para disminuir de forma significativa el hambre y la malnutrición y avanzar hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El panorama para la mujer rural es aún más preocupante: en América Latina el 40% de mujeres rurales mayores de 15 años no tienen ingresos propios, aunque trabaja a diario de forma no remunerada. Además, las mujeres rurales sólo poseen una fracción de la tierra, el crédito, los insumos productivos y la educación en comparación a los hombres.
Un estudio de seis países halló que el porcentaje de propietarias mujeres es mayor en México (32,2, %) y en Paraguay (29,7%), mientras que en Nicaragua y Honduras el porcentaje sólo alcanza el 20% y 14% respectivamente.
“El acceso de las mujeres a la tierra y otras formas de propiedad es esencial, ya que les permite gozar de derechos humanos críticos como la seguridad alimentaria, la salud, el acceso al agua, a un trabajo decente y un hogar seguro”, señaló Claudia Brito, Oficial de Género de la FAO.
En enero de este año, América Latina y el Caribe dio un gran paso hacia el cierre de la brecha de género, cuando la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) adoptó la estrategia de género del mayor acuerdo regional de lucha contra el hambre, el Plan SAN CELAC.
“Para lograrlo todos los países deben incorporar el enfoque de igualdad de género en sus políticas públicas, garantizar su efectiva implementación y convertirlo en un tema del más alto nivel político”, sostuvo Brito.
Inequidades en el mercado laboral rural
Aunque representan el 20% de la mano de obra agrícola en América Latina y el Caribe, los censos agrícolas indican que en América Latina las mujeres a cargo de una explotación agrícola (mayoritariamente granjas para cultivo) van del 8% en Belice y Guatemala a no más de un 30% en Chile, Jamaica y Saint Lucia. Sin embargo, por lo general los predios encabezados por mujeres son más pequeños y en tierras de menor calidad.
Un estudio de la FAO que analizó las cadenas de valor de la yuca (Belice), quinua (Bolivia), maíz (Guatemala) y el cultivo del algodón a nivel regional desde una perspectiva de género encontró que en el ámbito rural las mujeres realizan una gran parte de las actividades en la finca, además del trabajo doméstico y el cuidado no remunerado en los hogares.
Según el estudio, la participación de las mujeres es más marcada en actividades que involucran tiempo y esfuerzo físico, como plantar, desmalezar y cosechar. Contrariamente, participan menos en los eslabones de la cadena productiva asociados a la generación de mayores ingresos.
El estudio “Mujeres de algodón” identificó diversos factores de desigualdad en las cadenas de valor de dicho cultivo en Argentina, Bolivia, Colombia, Paraguay y Perú, como el limitado acceso a créditos y esquemas de apoyo financiero, su falta de control sobre las ganancias obtenidas, y su bajo poder de decisión sobre bienes productivos.
Fuente: FAO