En la inauguración de un congreso de campesinos cocaleros de la zona del Chapare, el presidente Evo Morales admitió por primera vez que los sindicatos de productores de coca que él dirige y que lo llevaron al poder, desvían parte de su producción al narcotráfico y aumentan sus cultivos de la hoja al margen de los acuerdos firmados.
“Compañeros: ustedes saben que una parte de nuestra coca desvían al problema ilegal. Si toda nuestra coca tuviera mercado legal, para qué vamos a estar hablando de un cato” (parcela controlada de 1,600 metros cuadrados), dijo el mandatario, muy molesto y sin cesar de regañar a sus bases por considerar que esa actitud de un sector de cocaleros puede “desprestigiar” a su Gobierno y las reformas que encabeza.
Morales enfatizó que está “en la conciencia” de los campesinos que las cargas de coca que salen de los mercados primarios no lleguen a los mercados centrales, aludiendo a que son desviados al narcotráfico.
Otra crítica de Morales se centró en la inscripción de niños como propietarios de las parcelas, como una forma de aumentar los terrenos permitidos y aumentar la producción de coca.
El presidente insistió en que en la zona del Chaparé ya no puede haber más parcelas cultivadas de coca y recordó que de 3,200 hectáreas que habían en la zona en el gobierno de Carlos Mesa, se incrementó a 7,000 el 2006 cuando él subió al poder.
«En esta zona no pueden haber más parcelas de coca que las existentes actualmente, ni más sindicatos, porque no se pueden superar las 7.000 hectáreas citadas» recalcó.
De acuerdo a cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en el año 2009 las plantaciones de coca en Bolivia llegaron a 30.900 de hectáreas, 1% más que en el 2008.