Desde el inicio de la pandemia, los consejos sobre el distanciamiento físico y el uso de mascarillas para reducir la transmisión del SARS-CoV-2 han sido contradictorios en muchos países y regiones. No han dejado desde entonces de ser tema de debate. En parte, esto se ha producido porque estos mensajes se han basado en una información limitada.
El nuevo coronavirus se transmite con mayor frecuencia por las gotas respiratorias, especialmente cuando las personas tosen y estornudan. Las partículas, de las que aún se especula sobre el papel en la propagación, pueden alcanzar los ojos, la nariz y la boca de otras personas, directamente o al tocar una superficie contaminada. Por eso se ha recomendado el uso de medidas de protección de estas zonas del cuerpo.
Un metaanálisis publicado en The Lancet ha permitido revisar por primera vez toda la evidencia disponible de la literatura científica al respecto y concluye que mantener al menos un metro de distancia entre personas, así como usar protectores faciales y oculares, dentro y fuera de los entornos de atención médica, podría ser la mejor manera de reducir el riesgo de contagio de COVID-19.
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