La situación de Elsa Malpartida Jara, miembro del Partido Nacionalista Peruano, PNP, y una de las representantes del Perú en el Parlamento Andino, ha planteado un serio dilema ético. Y es que si bien la parlamentaria ha reconocido que fue forzada a unirse a Sendero Luminoso a fines de la década de los 80, también es cierto que nunca cumplió con una exigencia indispensable en todo personaje político: dar a conocer su pasado.
Algunos sostienen que como otros ex integrantes de movimientos subversivos, podría haber guardado reserva sobre su estatus. Sin embargo, la transparencia es inherente a todos los actos de un político, desde el momento mismo que ingresa a la escena pública; la transparencia es coherencia y uno de los valores más importantes en los que se sustenta la democracia, la representatividad parlamentaria, los derechos y deberes ciudadanos, así como la defensa del interés ciudadano.
En este sentido, resulta cuestionable que Elsa Malpartida haya ocultado información relevante, incurriendo en el mismo error de otros parlamentarios, aunque en su caso más que cumplir una exigencia legal, se trataba de honrar una exigencia ética. Sus electores tenían el derecho de saber que no solo era una dirigente cocalera, sino también una militante senderista que se había arrepentido.
Por eso resulta alarmante que lejos de asumir los hechos y la información documentada por fuentes policiales y fiscales, la parlamentaria niegue dos asuntos medulares: que fue captada por el senderismo en El Milagro, caserío cercano a Tingo María, donde vivía y tenía sus parcelas de hoja de coca; y que luego se acogió a la ley de arrepentimiento en 1994. Hoy debería preguntarse cuánto habría ganado con este gesto de transparencia, frente a los cuestionamientos y dudas que se han tejido y que se tejerán en torno a su ya sinuosa trayectoria.
El país tiene derecho a saber por qué no registró esta información en el Jurado Nacional de Elecciones y si informó oportunamente a Ollanta Humala sobre su militancia —forzada o acordada— en Sendero Luminoso. En todo caso, corresponderá al líder del PNP, ex miembro de las Fuerzas Armadas que combatió la subversión, precisar si conocía los antecedentes de Malpartida. Creemos que esta situación no solo afecta al humalismo, sino que pone sobre el tapete uno de los déficits más graves de ciertos políticos, acostumbrados a ocultar información que después pone en entredicho su idoneidad y ética en la representación.
Así lo ha entendido la Unidad de Investigación de El Comercio, que dio a conocer el caso dentro de la función informativa y fiscalizadora que algunos medios de comunicación independientes han debido asumir ante la inacción de ciertas instituciones y poderes del Estado. Evidentemente, la denuncia no busca contribuir al desprestigio de los personajes involucrados o inmiscuirse en sus vidas privadas, como ha adelantado un comunicado del PNP. Como ha sucedido en coberturas recientes, como la de los “petroaudios” y la denuncia contra César Gutiérrez, este Diario solo busca esclarecer asuntos de indudable interés público, acorde con una agenda informativa propia comprometida con la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo.
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