Madre De Dios: El Bosque Virtuoso

Cerca de la tupida triple frontera entre Perú, Brasil y Bolivia una empresa maderera peruana abre trocha en el campo del calentamiento global.

‘‘Si tú al bosque permites seguir siendo bosque, nunca va a desaparecer’’, dice Nelson Kroll, gerente forestal de Maderacre, una de las cuatro grandes madereras que operan en la selva de Madre de Dios.

Desde el 2002, Maderacre explota madera con el sello de garantía del Consejo de Administración Forestal (FSC).

El certificado, creado en 1993 gracias a la convergencia de varios gobiernos, empresas y ambientalistas, estableció estándares de explotación forestal desde el momento de la identificación de un árbol hasta la venta de tablillas al extranjero.

Maderacre tiene una concesión de 117,000 hectáreas (Ha) por una extensión de 40 años y están incorporando 75,000 Ha adicionales de otros propietarios vecinos a la concesión.

Los árboles más valiosos son el Shihuahuaco, la Copaiba y el Anascapi. Estos tres suelen utilizarse para industrias secundarias como los pisos de parquet y se exportan a China, Estados Unidos y sobre todo, Holanda.

En 2012, Maderacre exportó cerca de 1,000 m3 de madera aserrada, según José Canchaya, gerente general de Maderacre.

HUELLA ECOLÓGICA
Ahora, Maderacre está comenzando a emitir bonos de carbono debido al programa de mantenimiento forestal que ha implementando desde hace una década.

El mercado de bonos de carbono surgió con el Protocolo de Kioto y el compromiso de los países industriales de reducir su emisión de gases invernaderos, principal agente provocador del cambio climático, que entró en rigor en 2005.

El compromiso de reducción de la huella ecológica para las industrias es voluntario, pero crece el número de empresas globales que compran bonos de carbono con los cuales reducir su huella ecológica.

La adquisición de bonos de carbono permite a los países e industrias neutralizar su huella ecológica a través del financiamiento de industrias que no emiten gases invernaderos o están en el proceso de reducción de los mismos.

Y la explotación racional de bosques en pie en los trópicos es exactamente lo que se busca.

En el Perú la primera empresa que neutralizó su impacto en el medio ambiente mediante la adquisición de bonos de carbono fue el banco Scotiabank en asociación con Maderacre, en 2010 y renovado hasta el 2012.

La compra total hasta la fecha permitió al Scotiabank neutralizar “34,000 toneladas de CO2 desde 2009 hasta 2011”, calculó Fiorella Ceruti, gerente de responsabilidad social del banco. Se está evaluando neutralizar la huella del 2012-2013.

Y todo por la módica suma de 68,400 dólares.

“La explotación del bosque en pie, en una zona de altísima biodiversidad ecológica, es un modelo que debe seguirse en el pais”, explicó Ceruti.

PATRÓN DE TALA
En la última década, el ecosistema tropical de Madre de Dios ha sido impactado por la construcción de la carretera Interocéanica del Sur y la depredación producida por la minería informal.

En cambio, el territorio de madera está dividido en cuadrantes que se explotan siguiendo un riguroso patrón de tala anual aprobado por el Ministerio de Agricultura.

En el bosque, los llamados ‘‘materos’’ identifican los árboles más sanos y rentables. Han trabajado en el monte toda su vida.

‘‘Yo aprendí de los antiguos, quienes me traían al monte para enseñarme los nombres de todas las plantas. Luego me especialicé y comencé a trabajar con un biólogo gringo’’, refiere Pasión Tapullima (48), reclutado por Maderacre.

Y es un trabajo de hormiga.

El último censo forestal en la concesión de Maderacre identificó siete árboles maderables por hectárea.

Cada árbol tiene asignada una placa de metal con un código que lo representa. Cuando el árbol es cortado, el número del código es pintado en el tocón.

Llegar a la zona de explotación tardó cinco horas de tortuosa marcha. La concesión de Maderacre es atravesada por un camino por donde se extrae en camión los colosales troncos del corazón de la selva.

En el lugar, Tapullima y Rubén Vegas, 53, otro ‘‘matero’’ y Víctor Marrero, 31, bachiller forestal, han talado y están seccionando un colosal árbol con metódica precisión.

Una esforzada montecarga levantará las pesadas piezas y las colocará en el camión rumbo al aserradero. La intervención en el bosque es quirúrgica. Dos nuevos plantones de la especie caída se sembrarán en su lugar.

En 20 años, Tapullima o sus hijos regresarán a este mismo punto del trópico para talar otro colosal fruto de esta paciente siembra.

COSECHA DE BONOS
Los bonos de carbono premian las actividades económicas medioambientales óptimas en el mundo entero.

La Amazonía peruana que cubre un tercio del territorio nacional, y que es pulmón del mundo y cantera infinita de agua dulce, tiene el potencial de convertirse en el Wall Street del mercado de bonos de carbono internacional.

Sin embargo, hay una seguidilla de campamentos de mineros hechos de palos y plásticos azules en el tramo de la carretera interocéanica entre Puerto Maldonado e Iñapari.

La actividad minera desbroza el bosque y envenena con mercurio el suelo y los cursos de agua.

Imágenes satelitales recientes registran corredores de depredación de la Amazonía rampantes en los alrededores de Puerto Maldonado, Pucallpa, Tarapoto e Iquitos. La minería del oro informal es una de sus formas más perniciosas en los últimos años.

Es un infierno que está provocando un irreparable daño ecológico.

Pero mientras que algunas empresas hacen pingües negocios con la venta de máquinas e insumos a los “mineros” informales, otras financian a industrias que preservan la Amazonía en su enorme potencial.

No solo es un asunto de responsabilidad social de las empresas. Es un negocio redondo.

Los números de Maderacre prueban que la explotación forestal racional es una actividad tan rentable como el oro.

En Madre de Dios, 30,000 hectáreas de valiosos ecosistemas tropicales ya han sido depredados por la minería informal; afortunadamente en Iñapari, Maderacre administra y regula la actividad forestal sobre un territorio cuatro veces mayor.

Y es la forma de preservar la Amazonía por siempre jamás. (Cortesía Jornada)