Perú 21. En la década del 70 fue Bolivia; en los 80 y 90, Colombia. Pese a la cercanía de países que han sufrido tanto y que, incluso, en su momento corrieron el riesgo de terminar siendo narco estados, el Gobierno no parece estar muy interesado en la lucha contra el narcotráfico.
El descubrimiento, el viernes pasado, por parte del personal de un almacén privado de un cargamento de cuatro toneladas de cocaína, confirma, sin duda alguna, que nuestro país ha entrado a las ligas mayores del narcotráfico.
La producción de hojas de coca sigue aumentando, muchas zonas son consideradas ‘liberadas’ por los narcos y la población en esos lugares es cada vez más dependiente del narcotráfico para su sobrevivencia.
Por otro lado, nos estamos, lamentablemente, industrializando y el Perú se ha convertido en el principal exportador mundial de cocaína. Hoy en día, el negocio de la droga debe de mover en nuestro país no menos de 2,000 millones de dólares al año y con ese fabuloso monto de dinero se compran muchas voluntades y se obtienen muchas facilidades.
Incluso, los asesinatos que ejecutan sicarios han aumentado al punto que ya casi ni los reportan los diarios. Es claro que en esta guerra nos están derrotando.
Incluso, vemos con indignación cómo a una valiente oficial que se infiltró y capturó a uno de los ‘capos’, ahora se le niega, mezquinamente, protección luego de haber sido delatada por corruptos compañeros de armas.
Sin embargo, el alto mando está más preocupado en mantenerse entornillado sacando a generales que tuvieron la osadía de recomendar que se aplicara el reglamento por igual en todos los casos; aunque sea el jefe el involucrado. Brillante la forma como se busca desmoralizar a una institución.
Asimismo, ahora conocemos que la principal preocupación de la Dirandro, durante por lo menos nueve meses o un año, por orden expresa del mandatario, fue investigar los ‘petroaudios’.
Esa investigación policial, al final, ha sido un gran fracaso, ya que no ha logrado ningún resultado al menos en lo que respecta a funcionarios gubernamentales que debieron ser acusados. Pero el general encargado es el engreído del Gobierno, por tanto, no queda sino asumir que están satisfechos de su labor y que el general cumplió su cometido.
En todo caso, lo que se pregunta la ciudadanía es si durante ese largo período de distracción política de la Dirandro aumentó aún más el narcotráfico.