En artículo publicado hoy en el diario La República y que reproducimos a continuación, el historiador Tony Zapata sostiene que para que una política antiterrorista sea exitosa, se requiere conocimiento y no confusión, que perpetúa la violencia. “Si el objetivo nacional es lograr la paz, necesitamos entender quién es quién en el mundo de la guerra”, agregó.
La muerte del camarada ‘Rubén’ en el Huallaga ha motivado varias primeras planas en los diarios nacionales. Según la policía, era el número 2 de Artemio y a la vez sería su tercer segundo abatido en el último período. La prensa ha vuelto a hablar de Sendero Luminoso como si fuera el mismo grupo dirigido por Abimael Guzmán, sin distinguir entre las distintas variantes que operan desde hace ya muchos años. Por ello, persisten algunas dudas, ¿cuál es la relación de Guzmán con este proceso?, ¿los senderistas del Huallaga y del VRAE son parte del mismo grupo?
Cuando Guzmán cayó preso, junto a Elena Iparraguirre y otras dos integrantes de su alto mando, su organización quedó descabezada. Para aquel entonces, ya habían muerto varios dirigentes y otros estaban presos, como Osmán Morote por ejemplo. Es decir, la dirección senderista ya venía sufriendo abundantes bajas. La caída de Guzmán remató este curso, porque él pensaba la estrategia y ellas organizaban la puesta en práctica.
Guzmán fue consciente de la extrema debilidad de su organización e ideó el “acuerdo de paz”, que consistió en cesar la violencia para negociar políticamente con el Estado. Por su parte, gobernaba Alberto Fujimori y operaba su asesor Vladimiro Montesinos. Ellos publicitaron ampliamente el llamamiento al acuerdo de paz, pero luego se zurraron en toda discusión política.
Por su parte, Guzmán trató que todos los suyos se plieguen a su nueva línea, sin conseguir unanimidad. La resistencia fue dirigida por Feliciano, el principal dirigente que entonces seguía libre. Él estaba en Ayacucho, moviéndose en diversos puntos que conectan la sierra con la ceja de selva; se internó en Vizcatán, donde tuvo refugios durante años. Caminaba bastante y trató de continuar la guerra, pero también fue capturado en tiempo de Fujimori.
Con unos cuantos milicianos que venían de atrás, Feliciano formó un nuevo Sendero en los márgenes cocaleros del VRAE. Por ello, la guerrilla dirigida por el camarada José sería un grupo constituido cuando Guzmán ya estaba preso. Ellos han revisado críticamente la guerra interna, elaborando un punto de vista muy opuesto a Abimael. Por ejemplo, consideran que fue terrorista y no guerrillero maoísta. Sostienen que los asesinatos y coches bomba eran contraproducentes. En nuestros días, el grupo del VRAE sigue en la lucha, protegiendo la economía de la droga y al campesinado cocalero.
Por su parte, Artemio del Huallaga proviene de Sendero desde los tiempos de Guzmán. Él no ha roto espectacularmente con Abimael y más bien reivindica su trayectoria. Sigue ponderando el pensamiento “Gonzalo”, aunque ha desobedecido la orden de desmovilización. Del mismo modo que en el caso del VRAE, los analistas afirman que trabaja como protector del narcotráfico. En todo caso, ambos grupos mantienen un lenguaje político, aunque presten servicios a la cocaína para vivir de su aporte. A su vez, ninguno está comprando armas en el mercado ilegal y operan con material de guerra que obtienen en enfrentamientos con las FFAA y la policía.
Así, tenemos tres movimientos cuyas relaciones son conflictivas; no disponen de planes conjuntos sino competitivos. Guzmán ha abandonado las armas y busca posicionar su grupo en política. Mientras que Artemio y José son líderes de grupos armados distintos, con pésimas relaciones entre ellos. José es enemigo de Guzmán y Artemio ha tomado camino propio sin negar sus ideas.
Si el objetivo nacional es lograr la paz, necesitamos entender quién es quién en el mundo de la guerra. Para que una política al respecto sea exitosa, se requiere conocimiento y no confusión, que perpetúa la violencia.