Caretas. Al cierre de esta edición trascendió que, durante un reciente operativo en la selva, comandos de las FF.AA. lograron rescatar a un niño de la columna de ‘Alipio’, jefe militar de Sendero Luminoso en el Valle de los Ríos Apurímac Ene (VRAE). El menor se encuentra ya en la sede del Inabif, en Lima, para su tratamiento médico y psicológico.
El lunes último, el jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., general EP Francisco Contreras, declaró a la agencia norteamericana Asociated Press (AP) que en lo que va del año “ya hemos rescatado cuatro (niños). Esto se está convirtiendo en un objetivo militar en la lucha contra el terrorismo”, sostuvo el general Contreras.
El drama de ‘Los Niños del VRAE’ (CARETAS 2156) generó un singular debate sobre los derechos del niño y la legislación de protección al menor.
No sólo preocupó el hecho de que, al menos, medio centenar de niños forme parte de la ‘masa cautiva’ de ‘Alipio’, sino también que en las imágenes reproducidas por esta revista no se cubriera el rostro de los menores.
Dichas fotos fueron tomadas por los senderistas y descubiertas por las FF.AA. durante un operativo en Huancavelica, el miércoles 6 de octubre.
Ana María Tamayo, abogada del Instituto de Defensa Legal (IDL) e integrante de la Red Ciudadanos Protegiendo Ciudadanos, sostuvo que mostrar los rostros de estos niños era “revictimizarlos, pues ya son víctimas del terrorismo”.
El Código de los Niños y Adolescentes, en su artículo 6°, señala que no se publicará la identidad ni imagen de un menor de edad cuando se encuentre involucrado, como víctima, autor o testigo, de una infracción o delito.
Pero en este caso, según las FF.AA., se trata de niños secuestrados por SL o ‘captados’ para ser “adoctrinados” en la llamada guerra popular.
La difusión de las imágenes de ‘Los Niños del VRAE’ tuvo un objetivo central: permitir que sean identificados y rescatados. Se trata de una práctica mundialmente empleada por instituciones independientes y gubernamentales para ubicar niños desaparecidos.
En 1997, las agencias policíacas y las estaciones de radio y televisión de EE.UU. crearon “Alerta Amber”, que difunde boletines con las fotografías de los niños desaparecidos en ese país.
Lleva ese nombre en honor a Amber Hagerman, de 9 años, que fue secuestrada y posteriormente asesinada en Arlington, Texas, en 1996. Su página Web www.amberalert.gov señala que es necesario contar con la mayor información descriptiva del menor, la circunstancia de su desaparición y sobre todo las fotografías más recientes.
Su efectividad fue corroborada en 1998, cuando Rea Leigh, de ocho semanas, pudo ser rescatada de sus plagiarios. Desde su creación hasta el 2003, 100 niños desaparecidos lograron ser ubicados. La eficacia en la difusión de fotografías de niños desaparecidos ha sido reconocida por el Centro Internacional para Menores Desaparecidos y Explotados (ICMEC), con sede en Washington.
En el 2008 ICMEC impulsó una campaña que incentiva a los padres a tomar constantemente fotografías digitales a sus hijos como medida preventiva.
En su página Web www.missingkids.com, la organización sostiene que la campaña Picture Them Home (Fotografíelos en Casa) “alerta sobre el poder de las imágenes y su importancia en la búsqueda de niños desaparecidos”.
La identificación, pues, es el primer paso. Lo que sigue es una tarea mayor.
Ana María Tamayo señala que desde marzo de este año está pendiente en la Presidencia del Consejo de Ministros un proyecto de ley que penaliza severamente el uso de menores de edad en eventos armados por parte de agrupaciones ilegales u oficiales.
La abogada sostiene que no se debiera esperar a que los niños del VRAE mueran en un enfrentamiento armado. “Si el niño es el victimario, la legislación internacional lo tipifica como elemento hostil y el efectivo militar está habilitado para matarlo”, dice Tamayo. “Pero hablamos de un niño peruano. Ese es el drama”.
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