David Pineki Moyano no pisaba Villa El Salvador (VES) desde hace 20 años. Podría sentir dolor de volver a ese luchador pero sufrido distrito limeño, por los últimos recuerdos que guarda de él, recuerdos que incluyen el cruel asesinato de su madre, María Elena Moyano, a manos de Sendero Luminoso, y sin embargo, asegura sentirse simplemente en paz.
El hijo menor de la llamada «madre coraje» tenía 8 años cuando debió salir del país junto con su padre y su hermano Gustavo, luego que la insania terrorista acabara con la vida de la lideresa social, como venganza por su lucha de los derechos de su gente, y del rechazo a todo tipo de violencia.
Aquél fatídico 15 de febrero de 1992, aquella tarde que nunca se borrará del recuerdo de los pobladores de VES, David estaba junto a su madre. Recuerda que su familia había pasado toda la mañana en la playa, celebrando por anticipado su cumpleaños.
«Recuerdo muy bien ese día, estuvimos toda la mañana en una playa, también en una piscina con muchos toboganes y luego… la pollada trágica», dice el joven con el acento español que ha adquirido luego de tan larga estadía en esa tierra ibérica.
En efecto, los dos pequeños hijos de María Elena Moyano llegaron con ella al local donde poco después no solo la asesinaron a balazos, si no que intentaron desaparecerla al hacer explotar en su ya inerte cuerpo 5 kilos de explosivos.
El joven dice no sentir odio hacia los terroristas que le arrebataron a su madre. «No siento odio porque no fui criado con esos valores, a mí me criaron con valores como el amor y el respeto. Lo que siento es lástima, porque por falta de información, muchos jóvenes son llevados por otros caminos», afirma.
A David, sin embargo, sí le preocupan las noticias que recibió sobre jóvenes que reivindican el sangriento discurso de Sendero, como aquellos que son parte del Movadef.
«Me produce mucha rabia que después de tantos años y de todo lo que hemos pasado… No podemos ir para atrás. Es importante que los jóvenes se informen de lo que fue el terrorismo. A veces los jóvenes actúan con impulso, buscan notoriedad, pero les recomendaría que se informen, que sepan que miles de personas perdieron a su familia, y que piensen cómo se sentirían ellos si pierden la suya», comenta.
Los inmensos arenales que anidan en los recuerdos de David ya no están y el terror que destrozó a su familia ya no es más la amenaza que 20 años atrás obligó a lo que quedaba de los Pineki Moyano a buscar asilo político. Lo único que encontró intacto en VES es el mensaje de su madre, que sigue vivo, por ejemplo, en la voz de las integrantes de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador, que ayer lo recibieron en su local como si fuera el hijo que vuelve al hogar. El rostro de David se cubrió de lágrimas cuando las mujeres entonaron aquellos cánticos que alguna vez, hace 20 años, escuchó en voz de su madre. «En Villa yo nací, en Villa me crié, en Villa tuve mis hijos y en Villa quiero morir…» .
A las cuatro de la tarde, cuando una llovizna finita caía sobre VES, el joven llegó hasta la tumba de su madre. Aunque una vez más se hizo evidente que María Elena Moyano sigue viva, que sigue siendo el corazón de su querido Villa El Salvador.
CLAVES
David Pineki Moyano fue acompañado en su corto recorrido por Villa El Salvador, por su abuela Eugenia y su tía Martha Moyano.
El joven descartó la posibilidad de incursionar en la política. «Yo no sé nada de política, yo solo sé de personas», comentó.
María Elena Moyano y el ex alcalde de VES, Michael Azcueta –quien durante la época del terrorismo fue amenazado muchas veces de muerte– fueron condecorados con el premio Príncipe de Asturias. (Ana Núñez)