Los cultivos alternativos le ganan al narcotráfico

El Comercio Región San Martín viene demostrando su triunfo histórico a nivel económico y social. Casos como el de Oro Verde y Naranjillo muestran alta rentabilidad en la selva.

No todo es represión. Exitosas historias demuestran que si la lucha contra los cultivos ilegales de coca viene acompañada por la promoción de medios de vida alternativos, los resultados son más integrales y sostenibles.

Así lo corrobora la experiencia de los ex cocaleros de la Cooperativa Oro Verde, en el departamento de San Martín. Con el apoyo de la ONU, sus 1.275 socios –eran solo 59 cuando empezaron en 1999– hoy exportan con éxito café gourmet a Estados Unidos, Francia, Alemania y Canadá. [El de tipo gourmet es un café especial seleccionado desde la semilla].

¿Qué los llevó a dejar la coca?

En primer lugar, recibieron una capacitación técnica constante para manejar adecuadamente suelos que se encuentran entre los 1.000 y 1.800 m.s.n.m., con microclimas variados (que le dan al café aromas de flores y frutas) y con la consigna de nunca usar químicos.

Esto creó conciencia ambiental contra el rastro de contaminación cocalera en la Amazonía: cada gramo de cocaína produce 650 kilos de basura allí, que contaminan 200 litros de agua con químicos como el ácido sulfúrico, cloro, kerosene y cal viva.

La decisión voluntaria por el cambio –asentada en su modelo cooperativo y de propiedad conjunta– requirió primero hartazgo de vivir en la ilegalidad y después harta paciencia, que tuvo como premio un paulatino beneficio económico: en el 2007 Oro Verde produjo 12.000 quintales de café con los que ganaron 1 millón 800 mil dólares. Y hoy apuntan a sobrepasar esa ganancia.

Cabe precisar que el apoyo de la ONU solo duró hasta el 2002 (cuando aún no se percibían ganancias evidentes), pero la cooperativa persistió y se hizo autosostenible, porque ya habían logrado un cambio de mentalidad para apostar por el mediano y largo plazo, y la cultura del ahorro.

Según contó Hiderico Bocangel, su gerente general: “En nuestra región entre los años 80 y 90, la influencia del narcotráfico fue tremenda, no solo por la depredación de tierras que quedaron como pampa sino porque creó el hábito de querer dinero fácil sin esfuerzo. De allí derivó que jóvenes no fueran al colegio porque preferían cosechar coca y hasta elaborarla. Pero nosotros proponíamos desarrollo: en el 2001 nos dieron la certificación orgánica de café y en el 2003 obtuvimos la de Comercio Justo, que planteó cambios en el manejo de las fincas y en la gente. Se trató de un cambio mental”.

Esta empresa es hoy uno de los modelos del llamado ‘triunfo histórico’ de la región San Martín, por armonizar la erradicación e interdicción con la multiplicación beneficiosa de cultivos alternativos: de 28.600 hectáreas de coca ilegal en 1992 pasó a tener solo 378 en el 2009. Y esto trajo consigo la reducción de la extrema pobreza: de 68% en el 2002 a 31% el año pasado.

Sobresalientes

Hay decenas de otros casos brillantes. El chocolate más sofisticado que se vende en Francia viene de campos de ex cultivadores de coca de Juanjuí. El cacao sembrado en la comunidad Alto El Sol es tan selecto que Barry Callebaut, una de las grandes multinacionales del chocolate, le ha puesto su nombre a uno de sus productos.

La otrora ciudad símbolo del narcotráfico, Tocache, se está haciendo célebre por vencerlo. El año pasado Tananta, una comunidad emprendedora en el cultivo de palma aceitera, ganó el primer premio del concurso Selva Ganadora.

Una pequeña empresa de 15 personas decidió dejar de sembrar coca. El comienzo también fue desalentador, según narró una de sus dirigentes, Ruth Ayarza Malqui: en 1996 les vendían racimos de palma a los fabricantes de jabones y cosméticos.

En el 2009 ya eran 725 socios accionistas, con un capital social de más S/.2,8 millones. Con esto, y con un préstamo de S/.4,3 millones, la empresa se financió una planta refinadora que hoy procesa 10 toneladas de palma aceitera por hora.

También fue heroica la participación de la Cooperativa Agraria Industrial Naranjillo, que fue uno de los polos de desarrollo cacaotero que se enfrentó al narcotráfico. Con máquinas modernas, hoy producen 300 toneladas de grano por mes, que exportan a Holanda, Alemania y Suiza.

Hace 14 años pobladores del sector cocalero Montevideo, en Huánuco, se hartaron de malvivir de la violencia y crearon una empresa comunal de lácteos que supera las 920 cabezas de ganado y produce más de 1.250 litros diarios de leche para la elaboración de 1.150 kilos de queso por semana.

El año pasado tenían 25 clientes e ingresos anuales por 300 mil soles. Estos y muchos casos más demuestran que no hay erradicación exitosa si no llega antes el desarrollo social con un cambio emprendedor de mentalidad.

Sepa más
160 mil toneladas de café producirán este año las provincias de Moyobamba y Rioja, en el departamento de San Martín, en la selva norte peruana, 20.000 toneladas mayor a la obtenida en el 2010.

30 mil hectáreas de cacao han generado hoy un ‘boom’ en San Marín: una verdadera revolución económica desde Chazuta, en el Bajo Huallaga, hasta Tocache, en el extremo sur de la región.

20 años atrás la economía de San Martín se basaba casi enteramente en la coca ilegal y su territorio se lo disputaban los dos grupos terroristas más violentos de la historia peruana.