Los «corehanos» del Huallaga

Las acciones de erradicación son parte de la estrategia nacional de lucha contra el narcotráfico . El Corah es el proyecto que las lleva a cabo en un medio complejo, por razones climáticas, geográficas y de distancia, pero también por cuestiones sociales y políticas que se presentan. ¿Qué sabemos realmente del Corah, que este año alcanzó una importante cifra de hectáreas de hoja de coca erradicadas? ¿Quiénes son esos hombres que manualmente y durante meses se dedican a luchar contra el narcotráfico?

LOS ATAQUES
“Las primeras acciones armadas de Sendero Luminoso, registradas en la zona del Huallaga, fueron el ataque al local  del Proyecto Especial de Control y Erradicación del Cultivo de la Coca del Alto Huallaga (Corah), en Tingo María, en diciembre de 1983”, señala el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

Al siguiente año asesinarían a 19 trabajadores de este proyecto.

El hecho parece lejano, pero también desconocido. ¿Qué es el  Corah? ¿Por qué el grupo terrorista que opera en el Huallaga le ha dedicado tantos ataques? ¿A qué se dedicaban los más de 50 trabajadores del proyecto asesinados por SL y el narcotráfico hasta el día de hoy?

El Corah nace en el gobierno de Fernando Belaunde con la finalidad de erradicar el cultivo de hoja de coca ilegal y constituye una de las acciones en la lucha contra el narcotráfico, que en aquella época era dominado por los fuertes cárteles colombianos y los no menos despreciables narcos peruanos. A la par, Sendero Luminoso fungía (y funge) de protector de la producción y el traslado de droga que en esas zonas se elabora.

Con 30 años a cuestas, el Corah sigue con las labores en este mismo escenario, el del Alto Huallaga, que constituyó el área con más hectáreas de hoja de coca ilegal hasta el 2010, donde se registró una disminución de más de 5 mil hectáreas con respecto al año anterior. Un escenario además, en donde la presencia del grupo subversivo ha disminuido tras la captura de Artemio y que, luego del 2007, año en que se registraron 107 ataques, los hostigamientos han sido menores, pero no inexistentes.

Benito García Vizarreta forma parte de los muertos recientes que ha cobrado SL en sus ataques al proyecto. El lamentable 7 de noviembre del 2010 INFOREGIÓN informó de esta manera:

“A menos de 48 horas  de un primer ataque que dejara un policía muerto y otro herido, este mediodía se produjo otro ataque senderista al campamento de los erradicadores de coca ilegal en el sector Guacamayo, distrito de Pólvora, provincia de Tocache, en San Martín, que cobró la vida de un trabajador del Proyecto Especial Corah, que trabaja en las labores de erradicación de cultivos ilegales de coca en el Alto Huallaga”.

LOS «COREHANOS»
Bajo los cascos redondos, el traje verdoso y pesado, las botas altas de campo y el inevitable chaleco antibalas, los «corehanos» (así son llamados los trabajadores del proyecto Corah) se disponen a empezar la labor manual que les demandará largas jornadas de trabajo. Para esto, y previo trabajo de inteligencia de la Policía Nacional, son trasladados en helicópteros hacia las áreas indicadas: varias localidades de la región Ucayali y Huánuco, donde el Corah ha centrados sus actividades en los últimos años.

Explica el general (r) Juan Zárate, jefe del Corah, que la modalidad en que está planteada la erradicación supone un respeto al medio ambiente, que además es una norma nacional. A esta labor ayuda el desrraizador o “cococho”, como se le conoce popularmente, un instrumento creado en Perú y perfeccionado en Bolivia por Francisco Álvarez, un elemento de la Oficina Antinarcóticos de los Estados Unidos (NAS).

El “cococho” cuenta con una aza de aproximadamente 1.50 metros de largo que conecta con un dispositivo de metal que prensa con sus dientes la raíz de la hoja de coca, la cual puede llegar a medir unos 45 centímetros de largo.

El trabajo, por eso, se hace pesado: bajo los trajes que usan, no parece fácil cargar con el “cococho” en las jornadas. Pero también el contrato que les hacen implica, según Zárate, todos los beneficios que tiene un trabajo formal. Además de esto, el Corah plantea en sus capacitaciones de personal una concientización sobre lo que significa el problema del narcotráfico en el Perú y sus consecuencias.

“Entonces, ellos están contribuyendo a evitar que en nuestro país haya más droga. Ellos entienden que su contribución es parte de una política de Estado y sienten que están haciendo algo bueno”, manifiesta Zárate.

Gran parte de los trabajadores que pertenecen al Corah son de zonas cercanas a Lima. No son una figura institucional propiamente, sino más bien, actores de la sociedad civil que luego de los meses que pasan erradicando, vuelven a sus casas y a sus labores cotidianas: desde vendedores a mototaxistas y otras formas de subempleo, para los que el dinero líquido que cobran sirve oportunamente.

RESPONSABILIDAD SOCIAL
Según el informe de cultivos de coca de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) del 2011, la demanda de hoja de coca para el uso tradicional (el chaqchado, por ejemplo) requiere de 9 mil toneladas métricas que significan alrededor de 6 mil 676 hectáreas (ha). Esto es sólo el 10% total de hoja de coca que se cultiva en el Perú (62.500 ha al 2011).

El trabajo del Corah implica por esto, respetar los cultivos de hoja de coca legales, lo que se traduce en documentos que acrediten que  la producción de los respectivos predios está registrada por la Empresa Nacional de Coca (Enaco). Además, se trabaja con imágenes satelitales que señalan dónde están exactamente los cocales.

Pero esta no es la única relación que tiene el proyecto con las comunidades que se encuentran en las zonas de erradicación, las que muchas veces están sometidas por el narcotráfico y que, inclusive, no están legalmente registradas.

El Corah asiste con su programa de responsabilidad social a algunas de las necesidades de las comunidades, siempre de la mano con otras instituciones como la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) y la Unodc, con el propósito de romper esa dependencia con el narcotráfico. Esto comprende la cantidad de registro de sus predios para que puedan entrar al programa de desarrollo local, que de otra manera les sería imposible.

Podría coincidir esto último con el cambio de actitud de muchas comunidades hacia el proyecto de erradicación. La Defensoría del Pueblo  señala que en el 2010 sólo ocurrieron 21 conflictos sociales y políticos, mientras que en el 2009 se registraron 40 eventos de alteración del orden, ataques, hostigamiento armado, entre otros.

LAS CIFRAS
–       Este año, el gobierno nacional planteó que la meta para la erradicación era llegar a las 14 mil hectáreas, lo que efectivamente ocurrió a inicios de este mes, alcanzando 14 mil 171 ha en el fin de las labores del Corah el último viernes. Pero las cifras traen otro dato no menos importante: en el año, se hallaron y fueron destruidos 142 laboratorios rústicos de elaboración de droga.

–       Las acciones de este último mes se concentraron en la región de Huánuco, en los distritos de Cochabamba, provincia de Huacaybamba, y José Crespo y Castillo, provincia de Leoncio Prado. Pero en la primera mitad del año, la región Ucayali también fue foco de erradicación en el distrito de Irazola, provincia de Padre Abad.

–       El presupuesto del Corah para este año ha sido de 16 millones de dólares, cifra mayor a la de años anteriores, lo que ha permitido alcanzar el objetivo planteado.

–       Se espera que el próximo año se eleve el presupuesto para alcanzar las 18 mil hectáreas que ha planteado el gobierno como nuevo objetivo.

–       12 mil 421 hectáreas de hoja de coca presenta el Alto Huallaga, 19,9% del total la producción nacional.

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