LORETO. Hortencia Noa Pinedo, Aracely Ayango Yaicate, Rosaria Luño Sandi y Blanquita Siquihua Bustamante son cuatro mujeres nativas que viven a orillas del río Napo, en el corazón de la Amazonía peruana. En sus hogares, ellas lideran la aplicación de tecnologías productivas para la seguridad alimentaria y el desarrollo de prácticas saludables para hacer frente a la pandemia del coronavirus. En esta tarea tiene el respaldo de sus esposos, hijas e hijos, y de las yachachiq, este último es un maestro del campo que obtuvo sus saberes de manera ancestral y que enseña a su comunidad sobre tecnologías productivas para el buen manejo de la tierra, el agua, los cultivos o los animales.
Estas mujeres forman parte del proyecto Noa Jayatai Mujer de Foncodes, programa nacional del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social en el que 400 hogares son usuarios. Es una intervención especial implementada desde el segundo semestre del año pasado en el marco de la emergencia sanitaria y está alineada a la estrategia Hambre Cero implementada por el Midis. Trabaja con hogares rurales de la agricultura familiar de subsistencia, para contribuir con su inclusión productiva, así como al fortalecimiento de la resiliencia ante los impactos de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19.
El proyecto es gestionado por el Núcleo Ejecutor “Nomi Urya Jawe” de Mazán, integrado por lideresas de los pueblos originarios maijuna y yaguas. Ellas son Regina Mosquera Noa (presidenta), Martha Ríos Pérez (tesorera), Daili Nair Pelileo Greffa (secretaria) y Dalia Tamani Pacaya (fiscal). Tienen asignado un presupuesto de 1 millón 546 mil 800 soles.
Las familias nativas usuarias del proyecto viven en las comunidades de San José, 14 de Julio, Santa Cruz, Puerto Alegre, Libertad, Visto Bueno, Gamitana Cocha, Nueva Vida, Puerto Huamán, Nuevo San Juan, Puerto Abeja, Oro Blanco, Nuevo Oriente, Chispa de Oro, Santa Rosa, Urco Miraño, 22 de Noviembre, Isla Tamanco, Santa Lucía, Nueva Jerusalén, Primero de Enero, Sucusari y Mazán.
“Hemos aprendido a mejorar la siembra, el cultivo y la cosecha con el apoyo de las yachachiq. Tenemos agua segura, cocina mejorada, galpón de gallinas y biohuerto de hortalizas. Ahora tengo maíz, plátanos y yuca y ya estoy por cosechar, me falta volver a echarle un poco de abono orgánico”, comenta doña Hortencia, madre de Yomara Alexandra de 6 años. Su esposo Leivar Pérez Cahuasa le ayuda en sus propósitos de mejorar la alimentación de la casa, aumentar los ingresos familiares si logran buenas cosechas y llevar una vida más saludable.
Por su parte, Aracely Ayambo Yaicate señala que con el módulo de agua segura implementado por el proyecto puede ahora filtrar el agua que acopia para la alimentación de su familia. Tiene dos hijos, el mayor de 18 años que ya se independizó y un niño de 11 que lo acompaña. “Hemos aprendido muchas cosas para tener un hogar bien formado y fortalecido en lo que es la alimentación. Separamos la basura de los materiales orgánicos para mantener limpia la casa y en la comunidad para no contaminar el medio ambiente. Mi esposo también ha aprendido cosas. Él se enfermó del Covid, pero se recuperó. Lo alimentamos con muchas verduras del biohuerto, comiendo cosas nutritivas con muchas vitaminas para que pueda fortalecer su cuerpo. Yo nací aquí en el pueblo de Mazán, pero mis familiares viven en otras comunidades”.
Rosaria Luño vive en la periferia del pueblo de Mazán. En su hogar tiene el módulo de agua segura y está en construcción su cocina mejorada en un modelo diseñado para la selva. Cultiva maíz y produce fariña con la yuca que también siembra y cosecha. Con su esposo Julio Chata y sus cinco hijos -tres mujeres y dos varones- se sienten fortalecidos pues en su biohuerto cultivan además hortalizas que usan en la alimentación diaria: caigua, cebolla, tomate, culantro, ají dulce, entre otros vegetales, para lo cual reciben asistencia técnica de los yachachiq.
Blanquita Siquihua vive en comunidad nativa 22 de Noviembre, distante de Mazán a casi dos horas navegando aguas abajo por el río Napo, en su tramo final antes de unirse al gran Amazonas. Construyó su galpón para la crianza de gallinas mejoradas, habilitó su biohuerto de verduras, pronto su cocina mejorada con chimenea estará lista, ya tiene el módulo de agua segura, y dispone del módulo para la disposición final de la basura, que clasifica en desechos orgánicos y no orgánicos.
Betith López, coordinadora técnica del Núcleo Ejecutor de Mazán, explicó que el proyecto Noa Jayatai Mujer tiene un horizonte de ejecución de un año, orientado a mejorar las capacidades productivas de las familias usuarias y promover prácticas saludables en el hogar, para lo cual se brinda asistencia técnica y capacitación con yachachiq mujeres.
El jefe de Foncodes en Iquitos, Fred Chu Koo, explicó que el proyecto Noa Jayatai – Mujer Indígena busca empoderar a las familias nativas para contribuir a su seguridad alimentaria y a desarrollar resiliencia en tiempos de pandemia. Precisó que además de Mazán (provincia de Maynas), con este tipo de proyecto se interviene en los distritos de Jeberos (Alto Amazonas) y Barranca (Datem del Marañón), con un presupuesto global de 4 millones 640,400 soles para 1 mil 200 familias de los pueblos originarios maijuna, yaguas, shiwilu, shawi y kichwa.
Es importante destacar que el proyecto Noa Jayatai-Mujer es resultado de un trabajo de articulación con el gran aporte de Orpio, asimismo con la Aidesep, Feconamai, Fepybaban, Feconaje y Corpi, organizaciones representativas de los pueblos amazónicos, informó Foncodes a INFOREGIÓN.