Llaman atención sobre avance del narcotráfico en Apurímac

El Comercio. El decano de la prensa nacional publica dos cables filtrados por Wikeleaks esta vez referidos a la región Apurímac y que demuestran la preocupación de los funcionarios norteamericanos por la presencia de signos de narcotráfico en dicha región.

El ‘andahuaylazo’ de Antauro Humala en el 2005 y el hecho de que su hermano Ollanta consiguiera el 73% de los votos en ese departamento durante la segunda vuelta del 2006 fueron razones suficientes para que la Embajada de Estados Unidos enviara, entre el 13 y el 15 de mayo del 2007, una delegación de oficiales políticos a Apurímac.

El cable N°109673 da cuenta de la sorpresa que se llevaron los funcionarios cuando constataron que entre las dos ciudades más importantes del departamento, Abancay y Andahuaylas, no existía un camino pavimentado. “El 78% de los residentes de Apurímac vive en la pobreza y el 40% no tiene electricidad”, informaron.

Pese a la tendencia de apoyar a candidatos radicales en los comicios regionales y municipales del 2006, la región cambió de rumbo y dio paso a líderes locales tecnócratas sin ideología. Sin embargo, una autoridad local, cuyo nombre mantendremos en reserva por seguridad, advirtió que los reservistas de Antauro seguían organizándose en las zonas altas, aunque las miradas de alerta ya no recaían sobre ellos, sino sobre los narcotraficantes que asomaban diariamente por la región.

Como muestra, reveló que caravanas de lujosas camionetas pickup 4×4 cruzaban su pueblo por las noches. En tanto, un alcalde local llamó la atención sobre la proliferación de nuevas discotecas y el incremento en el precio de las propiedades en su ciudad. Símbolos evidentes de lavado de dinero. “Notó que una edificación en la plaza de armas se había vendido recientemente por 200 mil dólares y se preguntó: ‘¿quién si no un narcotraficante tiene esa cantidad de plata por aquí?’”.

Un año después, la embajada envió una nueva delegación, tal como consta en el cable N°170946, pero esta vez pusieron su atención en los proyectos mineros de Las Bambas y de Apurímac Ferrum, capaces de crear “un impacto dramático” en una región principalmente agrícola.

Las autoridades locales temían que la multimillonaria inversión podría derivar en distorsiones socioeconómicas como desplazamientos de pueblos enteros, influjos masivos de gente de fuera, incrementos en el consumo de alcohol y de la prostitución.

Asimismo, la presencia de grupos armados,supuestamente senderistas (en equipos de hasta 30 personas) y narcotraficantes provenientes del VRAE, también llamaron la atención de los funcionarios diplomáticos.