Las piscigranjas se consolidan como alternativa a la hoja de coca en el VRAE

En los últimos meses, la acuicultura, la crianza de peces tropicales, se ha multiplicado en los diferentes distritos y comunidades del valle de los ríos Apurímac y Ene, VRAE, al punto que esta actividad se ha convertido en una  alternativa concreta y rentable en esta zona dominada por el cultivo de la coca ilegal y las operaciones del narcotráfico.

El VRAE es el segundo productor de coca ilegal y de pasta básica de cocaína en el país y por ello arrastra además el grave problema de la contaminación de sus ríos precisamente por las actividades del narcotráfico que vierte todos los residuos químicos de sus laboratorios de drogas en sus aguas, ocasionando una alarmante desaparición de peces y la consiguiente escasez de fuentes de proteína, en perjuicio directo de las diversas comunidades nativas y de los pobladores de la zona.

“Las actividades del narcotráfico continúen impactando negativamente en la alarmante disminución de los peces en los ríos del VRAE. Se está destruyendo toda la cadena de reproducción y debido a ello están desapareciendo muchos peces”, refirió Carlos Alvarez investigador del Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana, IIAP, cuando hace poco dio la voz de alarma sobre  la consecuencias que estaba ocasionando el narcotráfico en la biodiversidad y en la salud de las personas.

Ardua tarea

Frente a esta realidad desde hace dos años el Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana, IIAP, en coordinación con la autoridades locales, inició la tarea de repoblar de peces tropicales los ríos de la zona y  brindar asistencia técnica a las municipalidades para desarrollar proyectos productivos que en poco tiempo se han convertido en una actividad verdaderamente alternativa a los cultivos de la hoja de coca y lo que es mejor, rentable.

“La crianza de peces tropicales es una oportunidad para combatir la desnutrición en niños de edad escolar y madres gestantes, y además representa también una muy buena alternativa de negocio para los pobladores” precisa Álvarez.

En efecto, en la actualidad y casi sin promoción, ya funcionan en el VRAE quince hectáreas de espejo de agua y estanques en 17 comunidades con miles de paiches, pacos, boquichicos, doncellas, gamitanas  y otras especies que se reproducen en muy pocos meses.

El agua, el buen clima, y los abundantes recursos naturales hacen propicio el desarrollo de la acuicultura en el VRAE convirtiéndola en una actividad rentable para las comunidades de la zona, y que además constituye un factor de suma importancia para combatir el alarmante índice de desnutrición que presentan los niños de las comunidades amazónicas debido a la escasez de peces en los ríos por efectos de la contaminación que ocasiona el narcotráfico.

Según Álvarez la acuicultura tiene además una gran ventaja sobre las actividades de cultivo de coca ilegal y del narcotráfico, y es que no genera adicciones ni redes de tráfico. Y mejor aún, no mata.

Rápido crecimiento y ganancia

La acuicultura ha tenido un rápido crecimiento en el VRAE, al punto que ha logrado consolidarse como una actividad limpia, segura y rentable.

Así ha logrado posicionarse en los distritos de Pichari y Kimbiri y su ejemplo ha repercutido en varios otros proyectos que ya se vienen estudiando en los distritos de San Francisco, Sivia y Santa Rosa.

“Hay un mercado, que no tiene que ver con la agricultura ni con la ganadería, y que en apenas cinco meses le puede permitir al inversionista comercializar unos 400 kilos de peces”, indicó el investigador.

Acuicultura responsable

El investigador  recordó que la actividad de la acuicultura en el VRAE se inició con un proyecto desarrollado por el INIA y el municipio cuzqueño de Pichari, con un fondo de 2 millones 300 mil nuevos soles, para implementar un módulo de capacitación y entrenamiento, así como un laboratorio de reproducción de peces amazónicos que contó con la asesoría del IIAP.

Precisó que en ese momento se sentó las bases para desarrollar una acuicultura responsable, y remarcó que el interés de los diversos municipios locales ha permitido que se traslade al VRAE tecnología avanzada que se adapta de acuerdo al perfil socioeconómico del empresario que quiera dedicarse a este negocio.

Poco tiempo después el municipio de Kimbiri  también se sumó a esta iniciativa con un aporte de 4 millones 500 mil soles para desarrollar proyectos de acuicultura y paliar con ello la desnutrición que se evidenciaba en las comunidades de su jurisdicción.

El proyecto en Kimbiri incluyó además una permanente capacitación a los pobladores en la crianza de nuevas especies tropicales así como en la comercialización de las especies.

En este lapso de tiempo, el IIAP trasladó a ambos distritos un total de 800 mil larvas de pacos y gamitanas procedentes de Iquitos y Tingo María, de las cuales han sobrevivido 250 mil alevinos, que actualmente benefician a diversas comunidades nativas y de colonos.

También se ha montado  un módulo de capacitación y entrenamiento permanente, así como un laboratorio de reproducción de peces amazónicos con la asesoría técnica y tecnología del IIAP.

Y mejor aún, en el desarrollo de los proyectos de piscigranjas no hay lugar para la burocracia. Investigadores del IIAP se reúne directamente con los alcaldes de las zona y firman un convenio por el cual, el  municipio construye las pozas de agua y los biólogos pesqueros los proveen de alevinos, los asisten técnicamente y brindan las capacitaciones respectivas en lo que se refiere a  crianza y alimentación de los peces que se basa en insumos naturales como polvillo de arroz, maíz, frutas, gramíneas y soya.

Así las cosas, las perspectivas de desarrollo de la acuicultura y réplica en otros distritos del valle se presentan inmejorables. A la hoja de coca definitivamente le ha salido un fuerte competidor.

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