Las mentiras de siempre

Desde el Valle Verde
Recientemente y de modo repetitivo, el presidente de la Asociación de Cocaleros de Leoncio Prado, Merino Lloclla Lastra, declaró que los cocaleros generan riqueza e ingreso rápido. En la argumentación de este señor, la coca moviliza la economía local y sustenta su afirmación en el hecho de que las entidades financieras «han llenado» Tingo María porque la economía viene del campo.

La realidad dice lo contrario. Las 21 mil hectáreas de cultivos de coca instalados ilegalmente en la Región Huánuco (más del 47% de la superficie agrícola), sólo aportan el 17% al PBI regional. Muchas manos para tan poco dinero, dinero ilegal, dinero sucio.

Cuando Merino Lloclla afirma que los cocaleros generan riqueza e ingreso rápido, quizás confunda a los cocaleros con algunos dirigentes descubiertos por la Policía Nacional en circunstancias delictivas asociadas a la coca, transportando insumos químicos fiscalizados o fabricando PBC en laboratorios instalados en sus propias chacras e involucrando en el delito a menores de edad.

Con sus declaraciones, Merino Lloclla pone de manifiesto la pobreza moral de un sector dirigencial que no es consciente de su condición transgresora y de los graves daños que la siembra de coca ilegal causa a los cocaleros mismos, a sus hijos, a las poblaciones próximas a los ámbitos de producción, a las familias, a la sociedad en su conjunto y al medio ambiente

Los cocaleros son el eslabón más débil de la cadena del tráfico ilícito de drogas. Siembran para el narcotráfico, producen para el narcotráfico, sufren para el narcotráfico, y toman las carreteras para promover el narcotráfico y éste aumente. Quizás esos ricos sí dinamizan la economía regional y depositan en algunas entidades financieras el dinero ilícitamente obtenido.

Esta es la razón por la cual los cocaleros son pobres. Forman poblaciones dependientes del narcotráfico. Al narcotráfico no le interesa el bienestar del cocalero. Le conviene perpetuar su pobreza. Le interesa que el cocalero culpe al gobierno de la pobreza. Al narcotráfico le interesa continuar siendo el patrón de esa pobreza. Y cuando hay muchos peones, mandan siempre los patrones.

No hay cocalero rico. Desde la misma orilla, Pedro Yaranga, defensor del cultivo orgánico de la coca, le responde a Merino Lloclla que está muy equivocado, porque en los últimos años, nunca se ha visto un cocalero rico.

A menudo, los tingaleses vemos protestando a empobrecidos cocaleros, pauperizados algunos, en cada marcha, paro, o huelga, agonizante. Para poder sostener su actividad preparan ollas comunes a la vista de todos. Eso, definitivamente, no es muestra de riqueza.

En tales condiciones, la reflexión sobre el desarrollo humano se convierte en un imperativo que nos debe involucrar a todos. Desarrollo humano con mejores personas, mejores líderes y mejores dirigentes. Dirigentes que amen la verdad y dejen de propalar las mentiras de siempre.