La violencia en nuestra ciudad

Gino Costa, ex ministro del Interior y presidente de la ONG Ciudad Nuestra, ensaya en el diario El Comercio un enfoque sobre los últimos casos de violencia y sicariato que tienen lugar en nuestro país, y alerta de una espiral de violencia homicida asociada al crimen organizado, especialmente al narcotráfico.

El Comercio. El homicidio es la máxima expresión de violencia y el indicador más importante para medir su intensidad, así como el más utilizado para comparar regiones, países y ciudades.

América Latina es la segunda región más violenta después del África subsahariana. En ella nos encontramos a mitad de tabla, casi una tercera parte por debajo del promedio regional de 28 homicidios por 100 mil habitantes y ligeramente por encima del promedio mundial (9).

Países como Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay tienen tasas inferiores, mientras que Brasil, México, Colombia, Venezuela, El Salvador, Honduras y Guatemala más que lo duplican.

La OMS considera que una tasa de más de 10 homicidios por 100 mil habitantes constituye una epidemia. Por tanto, si bien nuestra tasa nacional (10) no está mal en términos regionales, sí debe ser fuente de preocupación.

Ella encubre una gran diversidad regional y tasas altísimas, especialmente en el sur, donde Arequipa tiene 30, Moquegua 25, Madre de Dios 24 y Puno 20. Curiosamente, el gran conglomerado urbano de Lima y Callao, con alrededor de 7, no es el epicentro nacional de los homicidios, lo que difiere de otras capitales de América Latina.

A pesar de los serios problemas de Trujillo, en La Libertad, también se ubica por debajo del promedio nacional.

Un reciente estudio de Ciudad Nuestra sobre los homicidios en Lima entre el 2000 y el 2008, investigados por la Dirincri, da cuenta de que la delincuencia —común y organizada— no es la principal perpetradora de homicidios (31%). Lo son la violencia interpersonal —peleas y riñas— e intrafamiliar (41%).

Casi la mitad de homicidios fue cometida por personas a quienes la víctima conocía. Esto es particularmente dramático en las mujeres, víctimas de la quinta parte de los homicidios; tres de cada cuatro fueron asesinadas por conocidos y dos de cinco por su pareja.

A diferencia de otras ciudades de la región, en donde el uso de las armas de fuego es responsable de alrededor del 80% de los homicidios, en Lima esta cifra es de 50%. Los delincuentes son quienes más las usan.

En el mismo sentido, contrariamente a lo que se piensa, los jóvenes tuvieron un peso relativo menor, siendo responsables de menos del 5% de homicidios.

Finalmente, se observa que el asesinato de extranjeros se triplicó entre el 2000 y el 2008, alcanzando la cifra de 6% del total, mientras que los crímenes cometidos por sicarios casi se duplicaron entre el 2005 y el 2008, lo que daría cuenta de una espiral de violencia homicida asociada al crimen organizado, especialmente al narcotráfico.

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