La República. Fujimoristas y apristas intentan hacer creer que Sendero regresa, y que todo se debe a un par de leyes. Ambas cosas son falsas.
Centenares de veces en la última década se ha hablado de un “rebrote” senderista. Y siempre ha resultado una falsedad. Sin embargo, la idea es popular, y fujimoristas y apristas tratan de sacarle partido.
Rebrote mediático
El terrorismo ha rebrotado, pero sólo en los discursos de algunos políticos y en ciertos medios de comunicación. Los dos hechos que motivaron este enésimo rebrote mediático fue la liberación de Lori Berenson y una marcha de 30 o 40 senderistas “acuerdistas” en San Marcos.
En el caso de Berenson, liberada cinco días antes de la visita de Alan García a Barack Obama, fue claramente una decisión de García para complacer a los norteamericanos.
No sólo fue una medida del INPE –que depende del Ministerio de Justicia– recomendar su excarcelación, luego aprobada por el Poder Judicial, sino que Berenson ni siquiera había cumplido las tres cuartas partes de su condena de 20 años. Se completaba recién en noviembre de este año.
Así, Berenson salió libre a los 14 años y seis meses, beneficio irregular y apresurado sólo entendible por la ansiedad de Alan García de quedar bien con su anfitrión norteamericano.
El cuento de que salió por responsabilidad del gobierno anterior es sólo una burda mentira repetida por fujimoristas y apristas.
En cualquier caso, Berenson no se ha arrepentido, pero tampoco volverá a lo mismo. A los 41 años, después de casi tres lustros en las prisiones de Yanamayo (Puno), Huacariz (Cajamarca), Socabaya (Arequipa) y Chorrillos, lo único que debe ansiar es retornar a las comodidades de Nueva York.
¿Vuelven a las andadas?
Otra de las extravagantes mentiras de apristas y fujimoristas, es que el inexistente “rebrote” terrorista se debe a que miles de senderistas han salido de las cárceles por culpa de Valentín Paniagua y Alejandro Toledo, y que están cometiendo atentados.
Todo es falso. Han dejado la prisión los que han cumplido su pena (muchos sentenciados con leyes del primer gobierno de Alan García). Y de los que están libres, un porcentaje insignificante ha reincidido en actos terroristas.
El general (r) Marco Miyashiro, viceministro del Interior y ex jefe de la Dircote, dice que son tres, uno abatido y dos capturados. (“Por ahora no es recomendable una intervención en San Marcos”, La República, 27.6.10).
No es amenaza para el Estado
En realidad, Sendero Luminoso no constituye una amenaza para el Estado. Fueron derrotados decisivamente con la captura de Guzmán y la cúpula por el GEIN de la Policía el 12 de setiembre de 1992 y jamás volverán a desafiar a la sociedad peruana.
El Perú y el mundo del 2010 no son los de 1980, cuando iniciaron sus acciones armadas. En ese momento el comunismo había alcanzado su máxima expansión en el planeta, y el Perú venía de una larguísima dictadura militar de doce años, que había agitado y sacudido el país, que estaba convulsionado por violentos disturbios sociales y políticos.
Sendero tenía un atractivo para un pequeño pero activo sector de la población.
Hoy el comunismo prácticamente ha desaparecido en el mundo, ya no hay guerrillas izquierdistas actuando, salvo residuos que subsisten gracias al narcotráfico, como las FARC. El Perú ha progresado, el crecimiento reciente ha disminuido la pobreza y mejorado las condiciones de vida de millones de peruanos. Y la sociedad, en particular la juventud, es muchísimo menos ideológica que hace treinta años.
Los que sostienen que podemos tener otra vez un senderismo como el de los 80 y 90, o son ignorantes o mienten deliberadamente. Eso no va a ocurrir.
Sicarios del narcotráfico
La única facción senderista que ha crecido es la del VRAE, que dirige “José”. Y ha crecido no por culpa de un par de leyes, como repiten apristas y fujimoristas, sino por la incompetencia de este gobierno y los militares encargados de la zona.
Esos terroristas en los últimos años han cosechado varias victorias y han incrementado sustancialmente su armamento, gracias a la absurda estrategia de los militares de poner bases en el Viscatán y otros lugares. (Bases que ya retiraron silenciosamente).
El resultado fue desastroso. Unos 50 militares y policías abatidos, un helicóptero derribado y un arsenal en manos de los terroristas que, además, recuperaron un atractivo que habían perdido hace tiempo. Eso explica que por primera vez luego de muchos años, pudieron captar –por un breve lapso, es cierto– a algunos estudiantes de la universidad de Huamanga.
Pero los grupos terroristas que todavía subsisten en el VRAE y el Alto Huallaga, son básicamente sicarios del narcotráfico, que es la verdadera amenaza.
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