“La presencia provinciana siempre resultará incómoda al circuito limeño”

Christian Bendayán es un artista autodidacta y apasionado por el color, los personajes, la vitalidad y la historia de su tierra, Iquitos. Según Alicia Haber, crítica de arte de Uruguay, él se interna en un mundo imaginario, simbólico, con connotaciones sexuales, travestismo y ambientes pop. “Es un pintor famoso, un gestor, un curador, un ser multifacético”.

Ha representado al Perú en el extranjero en diversas ocasiones. En el 2001 participó en la Bienal de Mercosur en Porto Alegre, Brasil, así como en la Bienal de Sao Paolo-Valencia 2007, en España. En el 2004, su obra formó parte de la muestra Pintura Peruana Contemporánea del Siglo XX, en Sevilla, España. Además, ha producido varias exposiciones de artistas jóvenes de Iquitos.

ARTE DESDE LA SELVA

¿Cómo nació tu pasión por el arte?

No recuerdo cómo nació, pero mis padres me cuentan que desde pequeño pasaba horas de horas dibujando. Ellos me motivaron siempre, hasta ahora. En la actualidad, me motiva mi hijo.

¿Qué encuentras en la cultura de Iquitos que tanto te inspira?

Iquitos tiene color: no es como Lima. Nos sentimos felices del color, nos tiene sin cuidado que nos consideren huachafos por gustarnos el color. Nuestra naturaleza es colorida. El pensamiento amazónico y su vitalidad también me inspiran.

¿De qué manera la mitología de la Amazonía ha influido en tu arte?

La mitología aún no ha sido abordada en mi trabajo desde su esencia, solo incorporé la representación de mitos mestizos en una etapa en que representaba únicamente sociedades urbanas de la Amazonía. También usé la mitología como una herramienta crítica hacia el poco entendimiento que puede tener occidente de la Amazonía, por lo que intenta comprenderlo desde la mitología occidental. Un caso concreto es la denominación Amazonas.

¿Quiénes son los principales protagonistas de tus obras?

Son hombres, mujeres, niños, jóvenes, chicas, paisajes, casas, muebles, prendas, cuadros, fotos, todo aquello que habla de aquel lugar y cultura tan particular que nos exige pensar sobre el mundo de otra manera.

¿Qué buscas lograr con tus pinturas?

Solo transmitir mi fascinación por un mundo incomprendido, negado y maltratado, que contiene la mayor diversidad cultural y natural, así como la sabiduría de sus habitantes que podrían ser la salvación para muchos males de nuestros tiempos.

¿Fue difícil ingresar a la capital con tu propuesta artística?

Sí, y aún lo es. Lima es tal vez una de las ciudades más conservadoras y discriminadoras, y su circuito artístico es uno de los más alienados. La presencia provinciana siempre resultará incómoda. Yo no soy más que eso, un provinciano que llegó a la capital a trabajar como cualquier otro.

¿Los artistas del interior del país tienen espacios para difundir su arte?

Considero que son pocas las iniciativas que han logrado ampliar, hasta cierto punto, la posibilidad que el arte de provincia ingrese a la escena artística limeña. Esas iniciativas responden a esfuerzos particulares que muchas veces se agotan después de un primer intento, pero tenemos artistas que con su talento, visión y empeño obtienen grandes logros, a pesar de los obstáculos.

¿Qué significa para ti La Restinga?

La Restinga fue un proyecto hermoso, fruto de una gran amistad y de un trabajo apasionado que ha logrado cambiar la vida a mucha gente. A mí me enseñó que el arte se vuelve más importante fuera del circuito acartonado de los espacios formales.

¿Qué te dejó el ART Lima 2015?

Me dejó la satisfacción de saber que hay quienes luchamos para que el arte en Lima no esté restringido al mismo grupo social de siempre, que el arte puede llegar a más peruanos.

¿Cuáles son tus proyectos?

Seguir trabajando. Eso es todo.

DATO

En el 2000, Christian Bendayán obtuvo el Premio Pasaporte para un Artista, otorgado por la Embajada de Francia en el Perú.

En el 2003, el Museo de Arte del Centro Cultural de San Marcos realizó una muestra retrospectiva de su obra.

En el 2009 presentó la exposición Luz, en la Galería Enlace, y en el 2012, bajo la curaduría de David Flores-Hora, expuso la muestra El Paraíso del Diablo, en la Sala Luis Miró Quesada Garland.