(El Mundo.es) Naciones Unidas ha hecho un llamamiento a los países más ricos para acelerar el desembolso de fondos para luchar contra la desertificación, fenómeno que traerá graves consecuencias para todo el planeta si no se toman medidas urgentes.
La voz de alerta fue emitida por el secretario ejecutivo de la Convención de Naciones Unidas Contra la Desertificación (UNCCD), el voltense Hama Arba Diallo, quien inauguró en Buenos Aires la quinta sesión del Comité de Examen de la Aplicación de la Convención (CRIC).
Diallo explicó en rueda de prensa que en la cita que se desarrollará en Argentina hasta el próximo día 21 se revisarán las medidas aplicadas a nivel nacional y regional contra la desertificación y se elaborarán recomendaciones para la Conferencia de las Partes (COP), que se celebrará en septiembre en Madrid.
El secretario ejecutivo de la UNCCD también indicó que EEUU, la Unión Europea, Japón y varios organismos multilaterales de crédito presentarán informes del apoyo técnico y financiero brindado para la aplicación de la Convención, que entró en vigor en 1996 y tiene 191 países firmantes.
Según Diallo, quien no pudo precisar el volumen de los recursos comprometidos por los países donantes, la llegada de la ayuda a los países más pobres es «demasiado lenta» pues «durante treinta años los países desarrollados consideraron la desertificación como un problema local, creado por las condiciones locales, que exigía respuestas con recursos locales».
Mientras tanto, añadió, los países en desarrollo han tenido que demostrar que «están haciendo lo mejor posible» y adaptarse al problema «a su propio costo».
Diallo sostuvo que el de la desertificación, que a diferencia de la desertización es una consecuencia de la acción del hombre sobre el ambiente, es un fenómeno cuyas consecuencias son de escala planetaria.
«No se trata de pedir generosidad (a los países ricos) porque este tema es de interés común. Si no se toman medidas a tiempo, las consecuencias van a ser para todos y demasiado malas», advirtió.
«Si no se hace nada para luchar contra la desertificación la tierra va a ser degradada, la fertilidad del suelo va a bajar, la producción agrícola va a verse afectada y, si esto ocurre, la pobreza va a empeorar», vaticinó.
Al respecto recordó la meta mundial de reducir la pobreza a la mitad para 2015, uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero señaló que mal podrá cumplirse ese fin «si no se toman medidas para abordar la conservación del principal instrumento de vida que tienen los países en desarrollo, que es la tierra».
Según datos de la ONU, la degradación del suelo es un problema mundial relacionado directamente con la pobreza, el hambre y la migración forzada que afecta a dos tercios de la tierra cultivable del mundo en donde residen los más pobres.
Como consecuencia de este fenómeno, la superficie cultivable por persona está disminuyendo y amenaza así la seguridad alimentaria.
Desde 1990, diez millones de hectáreas de tierra productiva se pierden cada año debido a la degradación del suelo, en tanto que el 70% de los 1.200 millones de personas más pobres del mundo vive en áreas rurales.