Las personas siempre hemos mostrado mayor afinidad ante una u otra opción, sea ésta ideológica, convicción religiosa, deportiva, etc., todas son legítimas, siempre y cuando cada una de ellas se desenvuelva dentro de la legalidad y racionalidad que nos suele otorgar el sentido común.
En concordancia con alguna opción, hay quienes catalogan a cierta actividad económica como contaminante, como si hubiera alguna actividad que no impactara el ambiente. Es positivo impactar el ambiente si al hacerlo se transforma el capital natural para generar Bienestar y Desarrollo; lo contrario, dejar inalterable el ambiente sería sumir en la pobreza a nuestra población.
Tampoco se trata de hacer todo a costa del ambiente, sino hacer una ocupación del mismo en beneficio de todos; por ejemplo, por razones de salubridad es necesario que todas las ciudades cuenten con un sistema de disposición de aguas servidas, pero no se trata solo de canalizar estas aguas y lanzarlas a los ríos, lagunas o mares, lo trascendente será tratar dichas aguas para aprovecharlas al máximo y reducir su impacto ambiental.
En concordancia, las autoridades de las distintas jurisdicciones deberán buscar las potencialidades de su localidad para aprovecharlas y financiar todo aquello que resulte necesario para estimular el progreso y preparar a su población para los desafíos del futuro.
En el Perú, afortunadamente, tenemos enormes potencialidades, desde las naturales hasta las herencias culturales de nuestros antepasados. Admiramos las joyas y lo suntuario del vestuario de nuestros antepasados, los mismos que deslumbran a lo largo de siglos de historia. Nosotros somos herederos de la fusión de Occidente con todo el legado de las Culturas Andinas, de las cuales -al fin- parece que empezamos a sentimos orgullosos.
Los peruanos, como otros ciudadanos de otros países del mundo, hemos pasado por experiencias de apogeo y crisis, los momentos de apogeo sirven para trascender y los de crisis para aprender de que no debemos cometer los mismos errores del pasado.
El Perú tiene como legado riquezas naturales en los reinos animal, vegetal y mineral. Todos ellos graficados y celebrados en nuestro Escudo Nacional. La enseñanza de este símbolo es: “Sírvete de ellos, progresa y trasciende”. Este mensaje sencillo y claro suele ser soslayado por liderazgos negativos que no han sido capaces de construir un rumbo para seguir ascendiendo en la ruta del progreso.
En el país están sucediendo hechos lamentables como los ocurridos en Cajamarca, una región con potencial agrícola, cultural, minero y turístico, realmente envidiable. Sin embargo, en vez de aprovechar su potencial, posiciones extremistas se han dedicado a profundizar la crisis, generar desconfianza, maximizar los temores y pretender, distorsionando la verdad, dejar sin opción de futuro a miles de jóvenes. Hacen precisamente lo contrario de lo que el sentido común recomienda, motivar la inversión para generar empleo productivo y propiciar la reducción de las condiciones que ocasionan la pobreza. Inclusive, en esta región, se oponen hasta a la construcción de reservorios que garantizarán disponer de más agua para evitar su escasez en época de estiaje. ¿Será que la pobreza resulta un negocio lucrativo para algunos?
Caso similar ocurre en el Valle de Tambo. Todos los años se desperdicia agua en el mar; en tiempos de avenida, el caudal del río aumenta y la precaria infraestructura hídrica de los agricultores es afectada y sus campos terminan inundados una vez que las defensas son vencidas, esa ha sido la ingrata experiencia de los dos últimos veranos. Sin embargo, cuando la población del valle necesita ayuda para enfrentar la emergencia, la respuesta de algunas autoridades fue “carecemos de recursos suficientes”.
Entonces, cabe preguntarse ¿será que la provincia de Islay carece de opciones para contar con mayores recursos económicos?, la respuesta es no. Islay cuenta con un valle que garantiza el desarrollo de su agricultura, así como de su ganadería, cuanta con la rivera del mar que le provee los diferentes productos marinos y, en adición, para completar las enseñanzas de nuestro Escudo nacional, cuenta con recursos minerales en el subsuelo.
El desarrollo de las tres actividades: agricultura, ganadería y minería es posible realizarlo en armonía, minimizando el impacto ambiental, transformando la naturaleza para convertirla en un potencial económico relevante para todos los pobladores. Estuvimos cerca de convertir el anhelo en realidad. Quisiéramos que nuestros dirigentes reflexionen y se pregunten ¿qué hemos hecho por el Valle del Tambo en estos últimos años, más allá de alejar una opción cierta de generación de Bienestar y Desarrollo?
Que el futuro los juzgue por su grandeza…porque lo que hasta hoy han logrado no es precisamente aquello.
(*) Superintendente de Relaciones Públicas de Southern Peru Copper Corporation