Detrás de la expansión arrolladora de los últimos años de la agricultura y la forestación en Uruguay aparecen evidencias incontrastables del uso indiscriminado de químicos, con el consecuente deterioro ambiental y el riesgo de contaminación en alimentos y el agua.
Macario, un joven peón rural de la zona de Isla de Zapata, ubicada 30 kilómetros al este de la nororiental ciudad de Melo, comentó a IPS Noticias que en los últimos meses le llamó la atención encontrar grandes cantidades de mulitas (armadillo), tortugas, pájaros y peces muertos, para lo cual admite no tener explicación.
La explicación para la inquietud de Macario viene de la mano del meteorólogo y especialista en gestión ambiental Juan Carlos Corona, quien atribuye esta situación y otras al uso sin control de agrotóxicos. En Uruguay se ha habilitado el uso de unos 300 herbicidas, muchos de ellos son cancerígenos.
El técnico no descartó la vinculación también con los altos índices de mortalidad por cáncer que presenta Uruguay, la segunda causa después de las enfermedades cardíacas, con la aplicación de productos químicos y la exposición ante los mismos.
Herbicidas cancerígenos
Corona recordó que el glifosato es el herbicida más utilizado en el país, con 5,000 toneladas importadas en 2008, pero también mencionó los fungicidas mancozeb, kresoxín y epoxiconazol, todos productos con características cancerígenas.
Ampliamente usado en cultivos de soya, el glifosato es el principio activo del herbicida Roundup, fabricado por la corporación estadounidense Monsanto, que desarrolló las semillas de soya genéticamente modificadas para resistir altas dosis de ese producto que combate las malezas y toda otra especie verde que no sea esa variedad genéticamente modificada.
Según el ambientalista, en 2008 se aplicaron más de 6,000 toneladas de químicos en cultivos de arroz, soya, maíz, sorgo, caña de azúcar, girasol, tomate, cebolla, remolacha, acelga, poroto, lechuga, papa, vides, manzana, frutilla y otros.
Un estudio de la brasileña Universidad Unicamp considera que «está más que comprobado que la mayoría de los agricultores desconoce los efectos nocivos de los agrotóxicos, no usa equipos de protección adecuados y no se les proporciona asistencia técnica».
Por su parte, el investigador Sergio Koiffmann, de la también brasileña Fundación Oswaldo Cruz, sostiene que entre las consecuencias generadas para la salud humana por los agrotóxicos se encuentran la infertilidad y el cáncer.