«La migración debe ser entendida como un proceso de integración»

LIMA. Nuestro país no es ajeno al fenómeno de la migración. Recientemente, hemos sido testigos de la llegada nutrida de ciudadanos venezolanos; anteriormente el Perú fue escenario de una migración interna por la violencia política. Desgraciadamente, en ambos casos se manifestaron expresiones de discriminación y estigmatización. En ese sentido, entrevistamos a Iris Jave, investigadora del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Idehpucp), quien nos dio más luces para entender este fenómeno.

Jave consideró que el fenómeno de la migración debe ser comprendido como un «proceso de integración», donde los migrantes tienen que ser considerados «en términos de derechos como personas que también traen un aporte, que vienen con ciertas capacidades y una cultura propia, que pueden permitir que la comunidad de acogida pueda también producir un intercambio y aprender de estas personas».

Iris Jave

Resaltó que en este día es importante tener en cuenta la necesidad de observar al migrante con una mirada de integración, no solo dando una mirada de solidaridad, sino también por humanidad. Jave resaltó que el migrante viene a ser otra persona con los mismos derechos de uno y que no viene a quitar nada a la comunidad que lo recibe, sino que, por el contrario, viene a enriquecer nuestro entorno.

«Esta fecha nos permite recordar y poner en agenda nuevamente la necesidad de pensar en la población migrante de manera más global. No solamente como las personas que llegan a nuestro países, sino pensando en un proceso de movilidad humana», anotó Jave. Añadió que hay que tener en cuenta que hablamos de personas que se movilizan por muchas causas: estudios, trabajo o empujados por crisis económica, política o de conflictos internos.

La migración venezolana

En el caso peruano citó que la migración venezolana ya reúne más de un millón de personas en nuestro país debido a la crisis política, económica y social en la nación llanera. Jave precisó que la llegada de venezolanos al Perú se produjo en dos oleadas. Citó que la primera se dio entre el 2016 y el 2017 e involucró sobre todo a personas profesionales que se incorporaron a entidades nacionales. La segunda oleada, que fue mucho más intensa, se dio entre el 2018 al 2019 y se caracterizó por la salida de venezolanos de su país de manera improvisada, anotó.

Recordó que en un comienzo el Perú brindó herramientas de acogida para recibir a la población venezolana. Citó el permiso de trabajo temporal que facilitó la ubicación de muchas personas; luego se manejó la condición del refugiado, aunque no todos han podido acogerse a esa condición. En el rubro laboral, sabiéndose que «tenemos un alto porcentaje de empleo informal, quizá por ello ha sido relativamente ‘fácil’ que la población (venezolana) haya podido sumarse a la venta ambulatoria». Sin embargo, precisó que también ejercen labores en el empleo formal: en las áreas de servicios, dentro de empresas o en el mundo académico.

Jave también refirió que se está pensado desde el Estado (tanto desde el gobierno anterior como en el actual) en las posibilidades de ver cómo se pueden integrar a estos migrantes venezolano no solo a la PEA, sino también en términos sociales. Citó, por ejemplo, que las gestantes han accedido al SIS y que se abrió un sistema de vacunación para los migrantes. Destacó la importancia de ambas medidas para impulsar la integración de estas personas.

La migración interna

Jave citó que antes de la migración venezolana, hemos tenido población migrante en el interior del país. Recordó que a raíz de la violencia política, entre las décadas de los 80s y 90s, se desplazaron más de 600 mil personas de zonas de emergencia hacia las ciudades. «Esa migración produjo un fenómeno social muy importante para el país» y dejó ver «la enorme discriminación» en ciudades como Lima y otras que recibieron a los migrantes, anotó.

Añadió que el migrante de la provincia en la ciudad era visto «con sospecha o una amenaza». Citó que algo similar se aprecia con la población venezolana que es estigmatizada al ser vinculada a hechos delincuenciales, a pesar que las cifras revelan que la delincuencia no ha crecido por la población migrante. «La dificultad de mirar al ‘otro’, al que es extraño o diferente, con sospecha o amenaza, no ayuda a las personas a comprender el contexto de movilidad humana que vive el mundo», declaró a INFOREGIÓN.