La isla nunca ha estado tan silenciosa

La muerte de Fidel Castro ha despertado entre los cubanos una curiosidad sobre el futuro político, económico y social de Cuba; para muchos se inicia una nueva era aunque las riendas del país estén en manos de Raúl Castro hasta el 2018. Durante siete días he hablado con un centenar de cubanos para recoger sus impresiones y su sentir de este hecho histórico que pone a Cuba una vez más bajo los ojos del mundo. Hay conmoción e incertidumbre y también deseos de cambio; por otro lado, el paternalismo deslumbra cuando se habla de la educación y la salud pública del país, por eso hasta los jóvenes que no creen en la revolución han llorado la muerte de su máximo líder, y aunque los cubanos que viven en la isla reconocen esos logros, a la vez aspiran a dos modelos incompatibles como tener “lo mejor del capitalismo” y mantener “lo mejor del comunismo”.

El último viernes de noviembre Cuba volvió a ser el centro de la noticia, “solo Fidel podía hacer que un país tan pequeño sea una vez más el foco del mundo”, me relata un joven cubano. Era cerca a la medianoche del 25 de noviembre, abruptamente se interrumpe un concierto donde participaban más de un centenar de jóvenes, en su mayoría cubanos: “Nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz acaba de fallecer”, anuncia el representante del Centro Cultural el Sauce en Miramar, veo rostros de consternación y desconcierto, los jóvenes que no vivieron el romanticismo de la revolución y que son los más críticos al régimen guardan silencio y lo lloran en la pequeña explanada del Sauce donde solo minutos antes la banda colombiana Los Aterciopelados los hacía bailar y cantar.

En el malecón de La Habana, donde se concentran los fines de semana los jóvenes para beber, escuchar música y bailar, hay más de una decena de militares en cada esquina, mientras un canal de televisión advierte que por motivos de seguridad las personas no deben salir de sus casas y para los que están fuera es mejor retornar. La música y la algarabía que caracteriza a este malecón habanero se ha paralizado desde entonces.

Al día siguiente, las portadas del Granma y Juventud Rebelde titulaban: “Hasta la victoria siempre, Fidel” y anunciaban nueve días de duelo nacional (del 26 de noviembre  hasta el 4 de diciembre). Las calles del Vedado y La Habana Vieja lucieron silenciosas, no vacías, el circuito turístico que tiene la isla seguía su curso, está vez sin mojitos, música cubana, ni rumba tropical, los turistas que son testigos de la historia por casualidad deambulaban la ciudad calmada y silenciada por el duelo nacional, así se mantuvo el último fin de semana.

“La muerte de Fidel es un duro golpe, nos ha dado todo lo que tenemos, yo nunca lo vi en persona, él ya tenía 90 años, él ya no podía más, era una persona luchadora, mi papá siempre veía en la televisión cuando él daba sus discursos. Es una pérdida grandísima, el pueblo cubano nunca esperó esto, todos estamos tristes porque él es una persona muy importante en Cuba”, comenta Giovanny Fernández, jovencita de 15 años, quien vino con un grupo de amigos al malecón.

Los canales de televisión desde el viernes a la medianoche no han dejado de transmitir homenajes y tributo a su máximo líder, catalogada para el gobierno como una programación informativa, patriótica e histórica. La cobertura del minuto a minuto es impresionante –transmisión vía satelital- para un país que tiene dificultades de internet, donde el mensaje central es la afirmación de que la revolución continúa, y que está más allá de la muerte de Fidel.

El lunes desde muy tempranas horas miles de personas se volcaron a las calles para despedirse del último revolucionario, el memorial José Martí recibió a la multitud desde las nueve de la mañana, en el lugar la guardia de honor integrantes del Buró Político Central del Partido Comunista y funcionarios del consejo de Estado del país eran los que encabezaban el homenaje. Durante dos días los cubanos y turistas fueron desfilando por una interminable cola, la mayoría llegaron desde muy temprano para ser los primeros, sin embargo el peregrinaje para llegar hasta donde estaba la imagen de Fidel demandaba aproximadamente siete horas: vi desmayar a dos decenas de personas ante la intensidad del calor, el cansancio, y la desesperación; los admiradores del exmandatario para darse aliento lanzaban cada cierto tiempo arengas: “Hasta la victoria siempre, Comandante”, “Patria o muerte, ¡venceremos!”.

Pasamos cuatro horas de procesión para llegar hasta la zona donde estaban las libretas de condolencias para que los ciudadanos pudieran dejar sus firmas, aunque la plataforma central donde se le rendía homenaje de despedida al exmandatario parecía estar cerca, demandó tres horas más de espera. “Mi familia está triste, me dicen que ha hecho muchas cosas por la revolución. Nosotros somos jóvenes que hemos vivido una pequeña etapa de Fidel, estoy con un poco de miedo, ahora Raúl está solo, no sé lo que va a pasar”, me comenta en la cola Camila del Solar, joven cubana. Mientras las cenizas de Fidel estaban en el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), donde la familia Castro lo despedía en un acto reservado.

El martes a las 19 horas -en punto- empezó el acto de masas en la Plaza de la Revolución José Martí, de acuerdo a cálculos de la prensa, la plaza y sus alrededores albergaron a más de un millón de personas, durante más de cuatro horas desfilaron diversos mandatarios, entre ellos, Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Daniel Ortega (Nicaragua), Alexis Tsipras (Grecia); el cierre de la ceremonia de despedida estuvo a cargo de Raúl Castro, quien habló por primera vez después del anuncio de la muerte de su hermano: “Nos comprometemos junto a tus restos a que seguiremos su ejemplo inmortal (…)”. “Querido Fidel, junto al monumento de José Martí, héroe nacional, donde nos hemos reunido durante más de medio siglo en momentos extraordinarios de dolor, para reverenciar nuestros símbolos y consultar al pueblo transcendentales decisiones. Precisamente aquí, donde conmemoramos nuestras victorias, te decimos, junto a nuestro abnegado, combativo pueblo: ¡hasta la victoria, siempre!”.

Los asistentes respondieron con arengas: “Yo soy Fidel, yo soy Fidel”, “Raúl, amigo, el pueblo está contigo”, y se fueron dispersando las masas con la bandera cubana en mano o carteles con las fotos de Fidel, habían también muchos rostros pintados con la bandera y el nombre del exmandatario.

Como estaba programado, el miércoles a las siete de la mañana las cenizas de Fidel salieron del Ministerio de las FAR para recorrer en sentido inverso la ruta de la revolución de 1959, la urna de madera de cedro viaja cubierta de la bandera nacional, una caravana de vehículos militares acompaña el recorrido por todo el occidente de la isla, donde se ha visibilizado el apego al legado fidelista.

Pregunto a un profesor cubano por qué la muerte de Fidel ha generado conmoción. Me responde: “Yo no soy fidelista, y tampoco soy seguidor de la revolución, pero no podemos negar el liderazgo de Fidel, es el símbolo de la rebeldía, de la revolución, esa imagen está en los adultos, jóvenes y niños, no podemos negar la historia”. “Este momento es muy complejo, hay un sentir real, espontáneo”.

Los cubanos que están en contra del régimen de los Castros, prefieren no hablar, hay escepticismo. “A mí me da lo mismo la muerte de Fidel, porque mi futuro está en España donde están mis padres. El hizo muchas cosas, pero me da lo mismo”, dice Osvel Espinoza. Se estima que más de dos millones y medio de cubanos residen fuera de su país, y 20 mil viajan cada año a Estados Unidos.

Entre el miércoles y viernes la Caravana de la Libertad recorrió Matanzas, Cienfuegos, Santa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camaguey, Las Tunas, Bayamo, Holguín y el Granma, en cada pueblo la caravana ha sido recibido con fervor.

En la primera noche de este recorrido, las cenizas de Fidel se quedaron junto a los restos del Che Guevara, en el Complejo Escultórico Memorial de Santa Clara, Villa Clara.

Hoy la caravana llegará a Santiago de Cuba, donde Raúl Castro hará el último acto de masas de despedida a su hermano en la Plaza Antonio Maceo, y para el domingo está programado el entierro privado que la familia Castro realizará en el cementerio de Santa Ifigenia, el más antiguo de la nación y lugar de peregrinación de los cubanos y los turistas, donde están los restos de los héroes nacionales, y el Mausoleo a Martí.

“Yo soy socialista y no quiero para Cuba el capitalismo, Raúl ha emprendido bien el proceso de apertura al cambio aunque no soy admirador de la revolución, este proceso no podía ser de otra manera, de apertura y relaciones cautelosas con los Estados Unidos”. “Cuba tiene que mantener todo lo bueno que dejó la revolución, como la educación y la salud”, me comenta un profesor cubano que prefiere mantener su nombre en reserva.

La mayoría de las opiniones recogidas han destacado los indicadores sociales que tiene la isla, los logros en educación, salud, deporte los enorgullece. Sólo el tres por ciento de los hombres cubanos por encima de los 15 años no sabe leer, una tasa de alfabetismo que es cinco veces mayor que la de Brasil, y 16 veces mayor que la de Haití. Los cubanos tienen una  expectativa de vida de 76 años,  la mortalidad infantil es de siete muertes por cada mil nacimientos con vida, mucho menor que en el resto de América Latina.

Javier Mendoza, venezolano, director de cine, señala que la conmoción del pueblo cubano no obedece a un tema generacional. “Los cubanos de mayor edad vivieron el triunfo y los primeros años de la revolución, momentos muy difíciles, y la generación de los jóvenes por debajo de los 30 años nacieron y se criaron justamente en el periodo especial, lo cual marca una diferencia: hay cubanos adultos mayores que no creen en la revolución. Todas las revoluciones y procesos de cambios políticos tienden a una reacción, la reacción del descreído de la revolución se ha sentido con mucha vehemencia fuera de la frontera, podemos atestiguar la alegría desbordada de cubanos que viven fuera de Cuba. Más allá de esas reacciones, la de los cubanos que viven en la isla fue de mucha tristeza”.

“Yo no puedo escuchar música en estos días de duelo, hay que respetar ese luto, mi madre y mi abuela solo hablan de la muerte de Fidel, hay que respetar este momento”, se queda en silencio, “la isla nunca ha estado tan silenciosa”, así termina con el diálogo sobre la muerte Fidel una amiga cubana muy crítica a los hermanos Castro.

Fuente: El Gran Angular