El diablo pareció apoderarse del padre Félix Pariona, capellán de la Basílica Catedral de Ayacucho, el domingo último. –“¡Sarta de mentirosos!”– bramó el cura de blanca sotana para después agarrar del cuello y empujar a un reportero de CARETAS.
Pariona y un grupo de seguidores del suspendido obispo de Ayacucho, Gabino Miranda (53), lucían fuera de sí.
Exigían saber los detalles de la expulsión de Miranda de la Iglesia y atacaban a quienes recordaban las acusaciones de pedofilia contra el sacerdote.
“Hermano Gabino, esperamos tu retorno”, gritaban.
Huamanga, la ciudad de las 33 iglesias, es un hervidero.
El cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, insistió desde Roma que no conoce detalles del caso.
“Tiene derecho la persona (Miranda) a que su honra y dignidad se respeten, tanto él como los menores, los niños, pero desde aquí no tengo claro el panorama”, declaró a RPP Noticias, el lunes último.
Palabras que contrastan con los vientos renovadores que soplan desde el Vaticano con el papa Francisco I.
Toman cada vez más fuerza los rumores sobre lo ajeno que resulta Cipriani en un escenario en el que la Iglesia pretende acercar a los fieles y no alejarlos.
Y quién sí la tiene clara es el arzobispo de Ayacucho, monseñor Salvador Piñeiro.
“Se trató de un pecado contra el sexto mandamiento (“actos impuros contra menores de 16 años”). Si bien me ofrecieron (en el Vaticano) revisar el informe completo, preferí no escarbar en la miseria humana”, declaró Piñeiro a CARETAS en el confesionario de la Catedral de Ayacucho, el sábado 28.
La miseria humana a la que se refiere Piñeiro es comentada a media voz en templos y parroquias de toda la ciudad. Diversos sacerdotes ayacuchanos con los que conversó CARETAS hablan de dos acusaciones contra el exobispo auxiliar Gabino Miranda.
La de un monaguillo de 14 años que denunció a Miranda por “tocamientos indebidos” (CARETAS 2202) y la de una aspirante a monja, que habría asegurado que el cura intentó abusar de ella.
Según estas versiones extraoficiales, la novicia reveló el incidente ante un sacerdote en acto de confesión, por lo que el caso fue elevado directamente –y en sepulcral reserva– al Vaticano.
“Al que más le duele todo este escándalo es a mí”, dijo monseñor Piñeiro. “Una cosa es un pecado y otra es un delito. En el caso de Gabino entran en la baraja como seis y siete posibilidades: homosexualidad y todo tipo de desórdenes de conducta”.
“PRESIONES DE ARRIBA”
El paradero desconocido de Miranda aviva el misterio.
Algunos curas creen que está escondido en una casa del Opus Dei en Lima, pero sacerdotes cercanos a Cipriani lo negaron. “El Opus Dei jamás encubriría situaciones de este estilo”, zanjaron.
Milagros Rodríguez (20), actual presidente de la Pastoral Juvenil que dirigió el exobispo auxiliar de Ayacucho, dijo a CARETAS que ha sostenido recientes comunicaciones vía correo electrónico con Miranda, pero no quiso revelar dónde se encontraba.
“Lo que yo sé me lo callo porque corro peligro. Hay presiones que vienen de arriba”, declaró Rodríguez. No quiso hablar más.
La expulsión de Miranda ha puesto de cabeza a la Iglesia y abierto la puerta para otras denuncias igualmente graves.
Julio Salcedo, oriundo de Huamanga, sostiene que la Iglesia cobija a otro sacerdote, presuntamente pederasta: Anthony Zammit Tabone, nacido en Malta y antiguo párroco de la localidad de Santa Rosa, en la provincia de San Miguel, en Ayacucho.
Zammit llegó a Santa Rosa en 2007 y permaneció allí hasta el 2010, cuando regresó a su natal Malta, en Europa.
“Lo sorprendí en el 2008 cuando manoseaba a una niña llamada Jackeline de 9 años y a su prima Solimar, de 6 años. Fui yo quien impidió que las violara a ambas”, sostuvo.
Salcedo asegura que denunció a Zammit ante el exarzobispo de Ayacucho, Luis Sebastiani, en 2008, pero el cura continúa impune.
También se han multiplicado las denuncias acerca de sacerdotes ayacuchanos con hijos. CARETAS recibió los testimonios de diversos pobladores que señalan a 7 curas en funciones que viven en concubinato y que tienen hijos a los que no han reconocido.
Uno de ellos es el canciller del Arzobispado de Ayacucho y miembro de la curia, Percy Quispe Misaico.
Según los testimonios, Quispe tuvo un hijo hace aproximadamente 5 años con su secretaria, a la que conoció cuando era director del Instituto Víctor Álvarez Huapaya, en Huamanga.
CARETAS lo buscó, pero el sacerdote se negó a declarar.
Otro caso es el del párroco de la iglesia La Magdalena de Huamanga, Enrique Chacmena, quien tiene dos hijos de 8 y 6 años registrados con su apellido en la localidad Luricocha.
El rosario de sacerdotes con descendencia comprende a Edgar Rodríguez, párroco en la Iglesia La Magdalena; Fidel Ancco, miembro del Venerable Cabildo Metropolitano del Arzobispado y Antonio Crespo, al frente de la parroquia Santa Ana. También figuran los curas Richard Muñoz, Jesús Chuchón y Miguel Conti. (Álvaro Arce/Cortesía Caretas)
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