La presentación de hoy del gabinete en el Congreso es una oportunidad privilegiada para que el gobierno, a través de sus voceros políticos, entregue una versión oficial de lo que sucede en el Vraem, una zona de conflicto donde se incrementa significativamente la frecuencia de ataques armados a las fuerzas del orden y aumenta el número de muertos del lado estatal. En los últimos días, luego de la muerte de cinco soldados, el presidente del Comando Conjunto de las FFAA ha comparecido ante la prensa entregando algunas señas de la situación, en tanto que el responsable político del sector, el ministro de Defensa, guarda silencio.
Sucede esto cuando circulan rumores sobre desencuentros suyos con la cúpula castrense y un ataque violento del fujimorismo en el Parlamento contra su gestión que, pese a tener solo tres semanas, es acusada por los 15 últimos años de desidia y falta de resultados. Se ha generado así un escenario de falta de información, trueque de voceros y revanchismo, que debe terminar. El Vraem es desde hace mucho tiempo una fuente de malas noticias con escasa información oficial.
La falta de información no puede ser respondida desde el argumento del secreto militar, válido para las labores de inteligencia, el planeamiento de las operaciones y la acción de combate. Lo que se pide es: 1) un relato oficial de la naturaleza de los enemigos que se combate en el Vraem, a los que algunas veces el discurso del Estado los presenta como terroristas, otras como narcotraficantes y a veces con el adjetivo de narcoterroristas, que está pasando a ser un eufemismo que complica en lugar de ayudar; 2) una información general sobre la cooperación entre la PNP y las FFAA en la aplicación de la estrategia que se supone fue aprobada el año pasado; 3) la situación del financiamiento de dicha estrategia, porque es común la queja de falta de oportunidad en el desembolso; 4) una apreciación del papel que juegan en el Vraem las otras partes del Estado, es decir, las regiones y los municipios, y el rol de la población sobre la que se ha dicho es renuente a colaborar con las fuerzas del orden; 5) el informe de las acciones de desarrollo social, de las que solo se conocen montos de inversión; y 6) un balance de lo sucedido en episodios específicos con muerte de soldados y policías, entre ellos los que han cobrado más vidas, el reciente de agosto y el de abril.
Las percepciones sobre el Vraem son contradictorias. En el ámbito policial se considera que lo que allí se vive es una guerra contra el narcotráfico, posición respaldada por la mayoría de especialistas civiles en seguridad. En el ámbito de las FFAA se mantiene la doctrina del combate a “remanentes” terroristas, posición que relativiza el rol del narcotráfico en la zona. La distinción no es gratuita porque la respuesta a esta interrogante puede alterar la estrategia o explicar la demora en la derrota de la banda armada del Vraem.
También es contradictorio el relato del último suceso que costó la vida de cinco soldados. Mientras el Comando Conjunto de las FFAA afirma que las muertes obedecen a que las operaciones han ingresado al dormitorio de los líderes de la banda del Vraem, otros afirman que se deben a gruesos errores como el patrullaje nocturno o la falta de preparación del efectivo militar.
El Perú respalda sin reservas la lucha en el Vraem y vive cada vez con más intensidad los sucesos en esa zona. Pero también desea saber lo que allí está pasando.
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