No es ninguna noticia para nadie que la educación pública que reciben los jóvenes en zonas rurales de Ayacucho es sustancialmente inferior que los jóvenes en centros urbanos. Eso no quiere decir que la educación pública en los centros urbanos sea buena porque en verdad no lo es. Hay una crisis de baja calidad en toda la estructura de la educación pública en el país, pero especialmente en Ayacucho. Y esa baja calidad es sumamente grave en las zonas rurales.
No soy un experto en educación, pero es evidente que estamos ante una crisis que afecta al conjunto de nuestra sociedad y sus posibilidades de un desarrollo sostenido e igualitario. Esta crisis es tan grave que no puede dejarse sólo en manos de los expertos, aunque por supuesto el aporte de los expertos es muy necesario. Es un asunto de toda la sociedad. Todas las personas, directa o indirectamente, estamos afectados por esta crisis de la educación pública.
Cada domingo digo la misa dominical en el Penal de Yanamilla. Entre los internos que asisten no es fácil encontrar a personas que tengan la capacidad de leer los textos de la primera y segunda lectura antes del evangelio. Con muchísima frecuencia, al escuchar la primera y la segunda lectura, tengo la impresión de que el lector o lectora no tiene la más mínima entienden los oyentes. Por eso, nunca hago referencia en el sermoncito a una de las dos lecturas previas al evangelio, porque no puedo confiar en una lectura mínimamente leída con comprensión y entendimiento. La mayoría de los y las internas son el producto de la educación pública. Mejor dicho, del fracaso de la educación pública que produce en tantos casos personas semi-alfabetos.
La campaña que la Casa Matteo Ricci inició el año pasado de promover bibliotecas escolares en al menos dos comunidades campesinas de Ayacucho continúa este año 2012. El año pasado la campaña tuvo mucho éxito. Queremos continuar este año con dos comunidades más. Muchas familias aquí en Huamanga tienen hijos e hijas que han terminado la primaria o la secundaria, con textos escolares o cuentas infantiles o historias para jóvenes que están en las casas, pero en desuso. Esos libros, textos, cuentos, historias, pueden ser de gran uso para chicos y chicas en nuestras zonas rurales. Queremos dotar este año de otros dos comunidades campesinas de estos textos, para que los chicos y chicas puedan ejercer lo que aprenden en el aula. Porque si no se practica la lectura, si no tienen acceso a textos de matemática para profundizar el dictado del profesor o de la profesora, su formación queda sumamente truncada. Terminan como semi-analfabetos. Eso obviamente no es bueno para ellos, pero tampoco es bueno para nuestra región y nuestro país.
Hago un llamado a todos y todas que leen estas líneas a que contribuyan a esta campaña de bibliotecas escolares en zonas rurales de Ayacucho. Pueden dejar sus aportes de libros, textos, cuentos, historias en dos lugares: la Casa Matteo Ricci, Jr. M.P. de Bellido 467, int. 4 (al costado del restaurant La Casona), o La Iglesia de la Compañía en el Jr. 28 de Julio a escasos metros de la Plaza Central de Ayacucho. Háganlo para que los jóvenes de nuestro campo tengan un futuro más promisorio, para que nuestra región y nuestro país avanzar.