La Crisis Policial

Lo esperaban para almorzar en Torre Tagle, pero no había tiempo para nada. Ni siquiera ganas. Había que correr. El ministro del Interior Wilfredo Pedraza llegó a Palacio de Gobierno a eso de las 2:00 pm. del martes último con el estómago vacío y la tensión dibujada en el rostro.

Una vez frente al presidente Ollanta Humala fue directo al grano y le expresó sus deseos de renunciar al cargo.

Humala retrucó con un “ni hablar; tienes todo mi respaldo”.

El Mandatario le recordó que no se caracteriza por tomar decisiones por crisis mediáticas y le reiteró su confianza.

Pedraza, el cuarto ministro del Interior en lo que va de este gobierno, insistió en que el problema de fondo de su sector era que, sencillamente, no podía trabajar junto al director de la Policía, el general Raúl Salazar.

El titular del Interior, según fuentes conocedoras de su perspectiva, considera que Salazar ha descabezado a la institución y retirado a los generales con más experticia por rivalidades personales.

Peor aún, las instrucciones ministeriales que Salazar dice acatar a pie juntillas no se cumplen y cuando Pedraza exige explicaciones éste culpa a sus subalternos.

Pedraza tenía una certeza al llegar a Palacio: era él o Salazar.

Humala lo calmó asegurando que, si bien Salazar no podía salir inmediatamente, lo haría más adelante.

No se dijo más.

El camino de retorno a su despacho en Córpac fue silencioso.

No podía decirse que había obtenido una victoria, pues de aquí en adelante cualquier cosa podía ocurrir en esa silla giratoria que es el Ministerio del Interior.

Y lo que es peor: debía convivir en paz con Salazar.

Recién entonces cayó en la cuenta de que no había probado bocado en todo el día.

Almorzó solo, a las 7:00 pm.

PUGNA SILENCIOSA
La pugna entre el ministro del Interior y el director de la Policía se produce en medio del caos que vive el sector sacudido por crímenes sangrientos y debates sobre la seguridad ciudadana.

Cuando Pedraza llegó a Córpac, en julio del 2012, le sorprendió que, en un año de gobierno, hayan cambiado a tres ministros del Interior y, sin embargo, Salazar permaneciera en su puesto incólume, superando escándalos como el de “Brujas de Cachiche”, revelado por IDL-Reporteros (CARETAS 2203).

Poco a poco fue comprendiendo lo que ocurría.

En diciembre pasado, Pedraza se dispuso a ejecutar los cambios de colocaciones en la Policía usuales a fin de año.

En la lista de quienes debían seguir ocupando cargos relevantes figuraban dos generales de gran ascendencia: Darío Hurtado y Carlos Morán.

Al primero tenía pensado nombrarlo Jefe Policial del Cusco y al segundo director de Operaciones. Así se lo hizo saber a Salazar.

Pero la mañana del 31 de diciembre, en vísperas de Año Nuevo, ocurrió lo inesperado: Salazar recibió una llamada de Palacio. Algunos testigos le escucharon decir “Sí, mi coronel”, luego de lo cual salió disparado rumbo a la Casa de Pizarro.

Ese mismo día Pedraza supo que sus indicaciones habían quedado sin efecto: el general Hurtado pasaría al retiro, mientras que Morán sería confinado a la Dirección de Asuntos Internacionales, puesto que le corresponde a un comandante.

“Pedraza sintió que habían pasado por encima de él, que su opinión carecía de peso”, dijo una fuente cercana a su entorno.

Pero no fue la única vez que ocurriría algo semejante.

Fuentes del Ministerio del Interior aseguran que el relevo masivo de 98 comisarios de Lima y de otros 400 de provincias, el viernes último, provino de una orden de Palacio a Salazar.

Las fuentes dijeron que si bien los cambios de personal son usuales en la institución estos deben producirse gradualmente.

La ejecución sorpresiva de esta medida, que ocurrió en un momento de crisis de seguridad, generó desconcierto en una institución con carencias presupuestales y sueldos magros.

Y dejó la sensación de un descabezamiento en la Policía.

La drástica medida es atribuida al asesor presidencial, coronel EP (r) Adrián Villafuerte, y calza con la particular impronta militar que el gobierno ha venido imponiendo en la PNP.

Como se recuerda, en octubre del 2011, el Ejecutivo pasó al retiro a 29 generales, más de la mitad de todos los que tiene la institución, bajo el argumento de que existía una sobrepoblación de generales y que se debía restablecer la “pirámide policial”.

Sin embargo, en diciembre pasado fueron ascendidos 23 generales.

“¿Cómo se puede justificar la poda de un número tan alto de generales para reducir la pirámide si luego se asciende a otros tantos?”, se pregunta el ex ministro del Interior, general PNP (r) Miguel Hidalgo.

“Lo peor es que se pasó al retiro a generales que tenían experiencia, capacidad y techo. Generales que serían muy valiosos en momentos de crisis. Aquí perdió la institución”.

POLICÍA MILITAR
“El tema es que no se busca reestructurar a la Policía, sino militarizarla”, sostiene el general PNP (r) Darío Hurtado.

Hurtado señala que la poda en la Policía fue precedida de una tanda de medidas inexplicables: se reorganizó territorialmente a la institución para que coincida con las regiones militares, concebidas históricamente en función a un enemigo externo.

Imitando al Ejército, la Policía cuenta ahora con 4 Regiones Policiales: Norte, con sede en Piura; Centro (Huancayo), Sur (Arequipa) y Oriente (Iquitos). Así, por ejemplo, La VII Dirección Territorial Lima ahora depende de Huancayo.

Del mismo modo, Salazar cambió el rótulo de “director general” al de “comandante general de la Policía” y ordenó a los generales de la PNP que usen bastones de mando de tropa, como los que llevan los generales de brigada y división del Ejército.

Salazar sostuvo que era una orden de Palacio y subrayó que cada general debía mandarse a hacer su bastón, cuando estos poseen sus propios distintivos como las varas de ley. Cada uno costó entre S/. 700 y 1,000 soles, según el tipo de madera.

“Es una locura”, se lamenta el ex ministro Hidalgo. “Si se adapta la organización militar a la Policía se armará el despelote, como de hecho ya está sucediendo. Esto no va a funcionar”.

Diversas fuentes coinciden en que Villafuerte ha perdido peso en sectores como el Ministerio de Defensa, pero –como se ve– ha ganado influencia en la Policía por su trato directo con Salazar.

Pero, ¿acaso descabezando a la PNP con podas y cambios masivos de personal se logrará contar con una institución profesional capaz de luchar eficientemente contra el narcotráfico, el crimen organizado y la delincuencia?; ¿Esa es la solución? (Américo Zambrano)

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