La Cantuta: Identifican y restituyen restos de cinco estudiantes tras una espera de 31 años

El Gobierno peruano, a través de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (Dgbpd) del Minjusdh, restituyó a sus familiares, los restos óseos de cinco estudiantes de la Universidad La Cantuta. Ellos habían sido asesinados y calcinados por el grupo paramilitar denominado “Colina”. Sus cuerpos pudieron ser velados y enterrados dignamente luego de 31 años de búsqueda.

Dora Oyague Fierro (21), Bertila Lozano Torres (21), Felipe Flores Chipana (25), Armando Amaro Cóndor (25) y Marcelino Rosales Cárdenas (28) habían sido asesinados en 1992. Posteriormente, fueron calcinados. Sus cuerpos fueron velados el 1 de setiembre en la parroquia Sagrados Corazones Recoleta, en Lima. Al día siguiente, fueron sepultados en sus ciudades de origen, al ritmo de sikuris y rodeados de sus seres queridos.

La Cantuta: Más de 30 años de espera

El grupo Colina secuestró y asesinó a nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle La Cantuta el 18 de julio de 1992, acusándolos de haber perpetrado el atentado de Tarata.

Los restos de algunos estudiantes fueron hallados en 1993, gracias a la información brindada por Justo Arizapana. Él era un reciclador que encontró en Cieneguilla las fosas con los cuerpos calcinados. Sin embargo, no se pudo identificarlos y fueron enviados a Inglaterra, para el análisis e identificación de las víctimas, pero esto no pudo concretarse y allí permanecieron por 30 años.

En febrero del 2023, el Ministerio Público repatrió los restos y, conjuntamente con un resto hallado en las excavaciones en diligencias fiscales hechas en Cieneguilla, los envió al Instituto de Medicina Legal de Ayacucho, para su análisis. Se registró que los restos pertenecían a Armando Richard Amaro Cóndor (Cieneguilla), Dora Oyague Fierro, Bertila Lozano Torres, Felipe Flores Chipana y Marcelino Rosales Cárdenas (Inglaterra).

Además, en este proceso de búsqueda humanitario, la Dgbpd acompañó a los familiares de las víctimas y brindó apoyo logístico y material hasta concluir con un entierro digno. Dos de ellos se realizaron en el cementerio El Ángel, en Lima; los otros tres en sus lugares de procedencia. Este proceso se hizo en el marco del cumplimiento de sus funciones estipuladas en la Ley N° 30470.

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