La biodiversidad es un tesoro de conocimiento

La comunidad científica está de acuerdo en que la fauna y la flora mundial son todavía muy desconocidas: actualmente se conocen y se tienen catalogados alrededor de 1,9 millones de organismos, y se calcula que el número total de especies como mínimo triplica esta cifra (se desconocen la mayoría de los insectos e invertebrados y prácticamente la totalidad de bacterias y microorganismos). Estamos pues en una etapa muy temprana del conocimiento en el terreno biológico.

En línea con el pensamiento de Wilson –y de toda la biología moderna-, cada especie es resultado de una compleja selección natural realizada a través de millones de años, y constituye una auténtica “enciclopedia genética”, pues todos los procesos de la vida están determinados por la física y la química.

En consecuencia, descubrir y estudiar la biodiversidad que nos rodea, entender todo el conocimiento que dichas especies atesoran, puede resultar decisivo para avanzar en ámbitos como la medicina, las biotecnologías o la agricultura.

Pese a la labor del insigne profesor Wilson y de otros muchos científicos, como el gran pedagogo ambiental y buen amigo mío Martí Boada, hoy en día existe una baja concienciación sobre la necesaria protección de la biodiversidad. Por el contrario sí que ha avanzado de forma muy relevante la conciencia sobre la necesaria protección del medio ambiente físico, presente de manera creciente en las agendas políticas y en normativas nacionales e internacionales en constante evolución.

No parece sencillo hacer entender al gran público la gran destrucción de conocimiento asociada a la pérdida de biodiversidad, cuando la humanidad no ha desarrollado todavía tecnologías que le permitan descubrir y aprovechar la mayor parte de dicho conocimiento.

Como especie, los humanos ya hemos comprendido que poseemos un tesoro que permitirá preservar y mejorar la vida en este planeta, pero deben pasar décadas y realizarse grandes esfuerzos en investigación para que podamos avanzar de manera relevante en la consecución de dicho objetivo.

La biodiversidad no puede competir mediáticamente con las cuestiones divulgadas diariamente por los medios de comunicación y demandadas por la sociedad, cuestiones económicas, políticas y deportivas de actualidad esencialmente, y ubicadas casi siempre lejos del ámbito científico.

Dichas cuestiones, vistas en perspectiva, tienen una trascendencia casi ridícula o muy limitada, especialmente en términos históricos o planetarios. Sin restar importancia a las cuestiones sociales importantes para el hombre de hoy, resulta muy conveniente destacar y celebrar fechas como el Día de la Biodiversidad.

Efemérides como esta nos ayudan a situar la trascendencia de la vida en el planeta, y nos recuerdan nuestra responsabilidad frente a las generaciones futuras como guardianes de este patrimonio de inmenso valor que supone la biodiversidad (igua).