Jessica Morón: No ha sido fácil el diálogo con la población rural para evitar el uso del fuego en prácticas agrícolas

CUSCO. Con un temple calmado y una voz serena, Jessica Morón nos cuenta sobre la labor que ejerce desde hace 19 años: ser una bombera forestal del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp). Ella se inició en el año 2003, tiempos en los que las instituciones públicas aún empezaban a tomar conciencia sobre el cuidado del medio ambiente y la protección de la naturaleza.

Hasta julio de este año, Cusco era la región con mayor cantidad de incendios forestales y de una mayor superficie territorial destruida por el fuego, según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor). En lo que va del presente año, las cifras registran que se han reportado unas 449 alertas de incendios forestales a escala nacional en la mencionada región.

Jessica, quien es guardaparque bombera del Santuario Histórico de Machupicchu y sus zonas de amortiguamiento, en la provincia de Urubamba, considera que esa alta tasa de incendios tiene una simple explicación. «En otras regiones, donde hay incendios, estos no se reportan. La gente dice, ¿qué pasa aquí? ¿Cusco se está quemando? No, lo que pasa que nosotros sí tenemos una información ordenada, la cual detalla dónde se originó el siniestro, cuántas hectáreas afectó y a qué especies ha dañado. Eso ayuda a prevenir incendios a futuro», aclara.

Cusco reporta cerca de 300 incendios forestales en lo que va del año y es una de las regiones más afectadas en Perú por este tipo de siniestros.

Según Serfor el Perú tiene una superficie de 128 521 560 hectáreas con potencial para el desarrollo de la actividad forestal. En el país, más de 72 millones de hectáreas, equivalente al 56% del territorio nacional, está cubierta por bosques de gran diversidad de flora y fauna. No obstante, en muchas ocasiones, dicha extensión boscosa se ve afectada por la deforestación. Entre las principales causas de esta pérdida se encuentra la actividad humana, pues muchas poblaciones tienen como «tradición» la quema de pastos para realizar actividad agrícola, hecho que origina incendios forestales.

«En otras regiones, donde hay incendios, estos no se reportan»

En este sentido, Jessica afirma que una de las tareas más difíciles que ha tenido como guardaparques es la comunicación con las poblaciones andinas, pues existió un recelo inicial debido a la desconfianza hacia los trabajadores públicos «El tema más fuerte ha sido lograr el diálogo para que la población rural entienda que nosotros no queremos incomodarles, sino enseñarles a cuidar el medio ambiente del fuego. Antes nos cuestionaban y decían ‘tú qué sabes, acaso trabajas en el campo’. Pero ahora eso ha cambiado. Hoy día tenemos el apoyo de los pobladores. Incluso los hijos de algunos también son guardaparques», sostiene. 

También destaca la necesidad de brindar mejores equipos a los bomberos forestales para la atención de los incendios, pues en el Cusco la topografía es agreste e impide el fácil acceso al área afectada. «Caminamos una o dos horas si la zona es de difícil acceso. Además, se necesita el apoyo de diversas instituciones que velen por el bienestar del centro arqueológico. Por ejemplo, el Gobierno Regional (del Cusco) muchas veces no cuenta con presupuesto o no lo tienen programado. Y sin logística ni apoyo es difícil trabajar«, precisa.

En la región Cusco, hasta el mes de octubre, los incendios forestales han provocado la muerte de dos personas y dejado más de 10 heridos entre civiles, bomberos, policías y soldados. Por estos motivos, Jessica resalta la necesidad de ser responsables con el uso del fuego, pero también es necesario que se entienda las causas de su uso ancestral por los pobladores rurales. «Tenemos un marco normativo que impide las quemas. Pero es necesario sentarse y analizar por qué la población tiene una tradición. Porque sin autorización o con ella lo seguirá haciendo. Ahí el diálogo sigue siendo importante«, finaliza.