El tercer gabinete prometió un mejor manejo de los conflictos sociales. Fui de los escépticos. Aún así, jamás imaginé que lo pudiesen hacer peor. Hasta que llegó Jauja a corregirme.
El conflicto estaba cantado desde que apareció un comunicado a toda página en La República, suscrito por jaujinos ilustres y seguido por “10,000 firmas”, exigiendo la ampliación del aeropuerto y en rechazo a los estudios para ver si era mejor uno nuevo.
Se acercaba, además, un fin de semana largo, perita en dulce para quien quiere bloquear pistas causando daños mayores. Hubo tiempo para entablar un diálogo y/o para que la Policía asegurara el libre tránsito. ¿Nadie se dio cuenta en el gobierno?
Llegó el bloqueo y ocurrió, una vez más, lo peor: no se pudo abrir la ruta y encima se mató a un manifestante. Después vino el “dialogo” y la concesión es de antología: no habrá estudio técnico para ver qué conviene.
El presidente regional (un radical que venía actuando con moderación) está ahora con el hacha de guerra desenvainada. Junín está dividido. No habrá aeropuerto, ni nuevo ni remodelado, en mucho tiempo. Ojo que en Junín está Toromocho, una de las más grandes inversiones mineras.
Miren lo que dice, ayer en El Comercio, el presidente regional Cerrón: “La verdad es que me preocupa mucho que sea él (Huaroc) quien esté llevando a cabo el proceso de diálogo de Toromocho. Si se cae este tema, sumado al de Conga, entonces la gobernabilidad del país estará en riesgo”. (¿Preocupación?, ¿advertencia?)
Acomodacionismo:
Dícese de la actitud de quien busca obtener o preservar un cargo público haciendo eco de lo que cree que quiere el poderoso de turno.
Ejemplo: que los dos ministros más entusiastas con el peligroso proyecto del “negacionismo” hayan trabajado sea en el Ministerio de Justicia cuando Paniagua era presidente de la República, sea en la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).