Ira Rennert y Doe Run: Estilo Gallinazo en La Oroya

El mismo método empleado por Ira Rennert en La Oroya marca el colapso de la siderúrgica Sparrows Point en Baltimore, Maryland, EEUU. A Sparrows Point Rennert la recorrió en un carrito de golf. A La Oroya, solo la conoce por fotos.

Si alguien duda a estas alturas que las operaciones del megamillonario neoyorquino Ira L. Rennert se parecen a las de un gallinazo, basta ver lo que está sucediendo este mes, no en La Oroya, sino en Baltimore, Maryland, USA.

Allá Rennert es el actual dueño de Sparrows Point, histórica siderúrgica que hace 35 años fue considerada la más grande del mundo.

Este junio, sin embargo, RG Steel, subsidiaria del Grupo RENCO –y feudo personal de Rennert–, puede declararse en quiebra.

RG Steel es, pues, el equivalente de Doe Run Perú (DRP).

Como La Oroya, Sparrows Point dejó de operar hace meses a pesar de ser la instalación industrial más grande de Baltimore.

Lo único que la podría salvar es una inyección de capital fresco de su dueño, pero, dados sus antecedentes, nadie la espera.

Rennert solo ha visitado Sparrows Point una vez, recorriéndola en un carrito de golf.

Después, como buen gallinazo, no ha dicho ni pío.

A La Oroya la conoce solo por fotos y las utilidades que le ha dado durante más de una década que el gasto de cumplir con los programas de mejoramiento ambiental (PAMA).

En la página Baltimore Brew el lector Lex Apostata opina:

“Yo quiero el puesto de Ira Rennert –comprar una empresa con capital prestado, prestarme más dinero para mantenerla operando un rato, picotearle algunos millones para mi bolsillo, después abandonarla en la bancarrota dejando a sus acreedores y trabajadores en la estacada”.

La figura de la operación gallinazo se acentúa al estudiar las similitudes entre Sparrows Point y La Oroya.

Como La Oroya en 1997, Sparrows Point era una empresa obsoleta que arrastraba problemas cuando la adquiere Rennert.

A su vez, las instalaciones del complejo metalúrgico La Oroya eran (y son) anticuadas, siendo el origen de una contaminación ambiental acumulada.

Sparrows Point había empezado a caer en desgracia desde los años 60 por cambios tecnológicos y del mercado del acero.

Bethlehem Steel Corporation, otrora la segunda productora de acero de los EE.UU. y su primer astillero, vendió Sparrows Point en 2003 y desde entonces se sucedieron varios dueños.

Rennert compró finalmente la planta a Alexei Moldashov, miembro de la nueva oligarquía rusa filomafiosa.

Pero, ¿por qué Rennert adquiere empresas en problemas? Cuestión de números: como La Oroya, se venden a precio de remate.

Claro que hay riesgo en ser gallinazo. Como se recordará, cuando nuestra Centromin licitó La Oroya en 1997, se quedó con solo un postor: el Grupo RENCO de Rennert.

En EE.UU. también se piensa que Rennert solo pondría algo de plata en Sparrows Point si puede sacarle un trozo más de dinero.

Esa es la situación con La Oroya y la mina Cobriza, también de DRP.

Allá el Grupo RENCO especula con la posibilidad de ir a Chapter 11 –equivalencia de nuestra Indecopi– pero no se atreverá a hacer las maromas que aquí le han valido una denuncia penal por quiebra fraudulenta ante un Juzgado de Lima.

Sparrows Point fue llamada hace décadas ‘La Diosa de la Industria’, apelativo que no le llegó a La Oroya a pesar de merecer elogios: es una instalación única en el mundo por la diversidad de minerales que procesa.

En una circular que firmó el año pasado John Goodwin, el CEO de RG Steel, dijo: “Estamos aprendiendo a alcanzar el cambio”.

¿No se parece a las varias promesas que ha hecho DRP y su último Plan de Reestructuración?

En Baltimore los bancos le cerraron el caño el año pasado a RG Steel porque Sparrows Point perdía un millón de dólares al día, acumulando una deuda de US$ 130 millones.

Aquí ha comenzado la liquidación de Metaloroya/DRP por un cúmulo de deudas mucho mayor.

La semana pasada se escogió a la empresa liquidadora Right Business.

Se espera que actúe con prontitud. Siempre existe el peligro que las alas de Rennert ventilen una ley sorpresa en nuestro Congreso que le extienda otra vez el PAMA –lo que le costaría al país unos US$ 800 millones.

En otras palabras, hay que agilizar la liquidación.

Decimos que gallinazo no canta en puna. Cuidado. Si Right Business no se pone las pilas, éste todavía puede picar.