Investigación internacional recomienda no consumir hoja de coca como suplemento nutricional

Una vez más una investigación recomienda no consumir la hoja de coca como suplemento nutricional.  Esta vez se trata de la elaborada por un grupo multinacional de científicos liderado por la directora del Instituto de Investigación Nutricional (IIN) del Perú, Dra. Mary Penny, que afirma que la escasa presencia de nutrientes en el producto, así como la presencia de alcaloides -el más importante y dañino de ellos la cocaína- y de ‘antinutrientes’ son motivo más que suficiente para no promover su consumo y mucho menos su utilización dentro estrategias que busquen mejorar los niveles de nutrición.

Han sido varias las oportunidades en que defensores de la planta que utiliza el narcotráfico para la producción de drogas han intentado promover el consumo de la hoja de coca en forma de ‘harina’ durante los últimos años, hecho que causó preocupación en el IIN y originó el interés de esta entidad por examinar su supuesto contenido nutricional.

La finalidad era, cuenta a INFOREGIÓN la doctora Penny, saber con certeza si es posible o no recomendar su uso como suplemento o fortificante de alimentos.

Antinutrientes de la hoja de coca evitan su biodisponibilidad en el organismo humano.
Antinutrientes de la hoja de coca evitan su biodisponibilidad en el organismo humano.

«El Instituto de Investigación Nutricional y yo lideramos un grupo de personas de diferentes partes del mundo. El primer paso fue conocer el contenido, entonces recogimos muestras de siete diferentes lugares del país y una muestra que compramos en tienda, [todas ellas] se enviaron a diferentes laboratorios fuera del Perú para que ellos hagan el análisis», cuenta la especialista.

El informe ‘¿Pueden las hojas de coca contribuir a mejorar la nutrición de la población andina?’ señala que las muestras evaluadas en diferentes laboratorios del mundo se compraron en el distrito de San Francisco, en la provincia ayacuchana de La Mar, valle de los ríos Apurímac y Ene (Vrae); en Supte, provincia huanuqueña de Leoncio Prado; en la provincia de Tocache, región San Martín; en el valle del Paucartambo, en Cusco; en Aguaytía, región Ucayali; en el valle del Monzón, en la provincia huanuqueña de Huamalíes; en Inambari, región Puno; y a la Empresa Nacional de la Coca (Enaco).

«Las muestras se enviaron a laboratorios que seleccionamos que tienen experiencia en medir minerales, proteínas y diferentes aspectos nutrientes que queríamos», indica Penny al detallar los laboratorios de diversos lugares del mundo que recibieron las hojas de coca compradas en los valles cocaleros antes citados.

«Mandamos a Québec, al Instituto de Salud Pública, donde hicieron [el análisis] de los minerales y los alcaloides; enviamos al laboratorio de Inglaterra [Science Laboratory], donde analizaron los minerales; a un laboratorio de Francia [Aquanal Pessac], donde hicieron el análisis de las vitaminas; a la Universidad Tecnológica de Chalmers, en Gotenburgo, Suecia, donde hicieron el análisis de algunos de los factores que inhiben la absorción; y en el laboratorio CGS-Perú se hizo la evaluación de la cantidad macro de proteínas y carbohidratos», explica.

Cantidad de calcio en la hoja de coca es mínima

Informe presenta amplia información sobre contenido de la hoja de coca.
Informe presenta amplia información sobre contenido de la hoja de coca.

Las pruebas realizadas en los laboratorios antes indicados revelan que el nivel de calcio en la hoja de coca es mínima, «hay menos calcio del que pensamos», relata la doctora Penny.

Más aun, al comparar el contenido en calcio de la dosis máxima recomendada por los defensores de la ‘harina de coca’, dos cucharadas, con un vaso de leche, podemos observar que la hoja molida tendría la quinta parte del calcio que la leche.

«La leche tiene cinco veces más o hasta diez veces más [de calcio] que lo que se recomienda como dosis en la hoja de coca», destaca, no sin dejar de añadir que también otras sustancias como la kiwicha o la quinua son fuente importante de calcio, por lo que es mucho mejor recomendar el consumo de estas últimas, ya que «la hoja de coca no está contribuyendo con una importante cantidad de calcio de ninguna manera».

En esa misma línea, la investigadora añadió que el consumo de la hoja de coca no contribuye a curar la osteoporosis, enfermedad que requiere un tratamiento más complejo, que pasa por consumir, además del calcio, hormonas y hacer ejercicio.

Una situación semejante es la que presentan las proteínas vegetales de la hoja de coca, que carece de los aminoácidos esenciales que requiere el organismo humano.

«Para tener una proteína que el cuerpo podría utilizar, necesitamos tener un balance de aminoácidos parecido a esa proteína. Las proteínas vegetales no tienen el mismo balance, siempre hay algún aminoácido, en este caso la lisina, que está en menor cantidad», explica la especialista al destacar que las proteínas de la hoja de coca no son adecuadas para los hombres.

Pocas vitaminas y muchos alcaloides

En el caso de las vitaminas presentes en la hoja de coca, el estudio revela que se pueden encontrar en ella las vitaminas D, E y C en muy pequeñas cantidades; del mismo modo, refiere que hay vitamina A (en realidad un precursor de esta, los betacarotenos). «El problema es que necesitan como 12 moléculas (de betacarotenos) para producir una de vitamina A, lo cual no es muy eficiente», señala.

«Resulta mucho más eficiente comer hígado o productos animales, pero no siempre eso está disponible. Hay otros alimentos, como la zanahoria, el mango, el zapallo, el camote, que son fuente de esos betacarotenos y también se absorben mejor», recomienda.

Asimismo, Penny se refiere a la ya conocida existencia de una gran cantidad de alcaloides en la hoja de coca, refrendada en este y muchos otros estudios.

«La mayor parte de ellos son cocaína que se absorbe cuando uno la come [hoja de coca], pero también lo preocupante es que sabemos por otros estudios que hay otros alcaloides que [al ser consumidos] aún en muy pequeñas cantidades tienen un efecto acumulativo. Entonces no hay una intoxicación rápida, pero el comer [la hoja de coca] durante mucho tiempo los va a acumulando con efectos dañinos al hígado, al riñón y también al sistema inmunológico», explica.

A esto se debe agregar que la hoja de coca es tradicionalmente un elemento usado contra la fatiga y el hambre. «Bajar el apetito no es una cosa deseable cuando uno está hablando de tratar la desnutrición o tratar de buscar que los niños coman más», agrega.

Antinutrientes y biodisponibilidad

El concepto de biodisponibilidad se asocia con la fácil absorción de los nutrientes de un producto por el organismo humano. En el caso de la hoja de coca, los antinutrientes que se encuentran en ella evitan la absorción de vitaminas y minerales.

«Es como una bolita que es grande, que no se puede pasar o absorber, entonces esos complejos [antinutrientes] hacen que no se absorba el nutriente y eso significa que no lo puedes aprovechar», explica.

«El ‘Estudio de Harvard’ es mal interpretado»

Como se sabe, quienes defienden el consumo de la denominada ‘harina de coca’ apoyan sus argumentos básicamente en el mal llamado ‘Estudio de Harvard’, realizado por Duke Aulik y Plowman y publicado en 1975.

Los promotores del consumo de la hoja de coca sostienen que este informe permite recomendar el consumo de la hoja. Sin embargo, Mary Penny considera que el ‘Informe Duke’ está mal interpretado y presenta un error.

Explica incluso que los autores no recomiendan el consumo de la hoja de coca debido a la presencia de los alcaloides y piden cuidado con ese tema.

Su problema -agrega- es que no compara cantidades similares en cuanto a ración entre la hoja y otros productos, «es decir, compara con 100 gramos, pero 100 gramos de hoja de coca es todo un potecito, imposible que uno se vaya a comer eso», indica.

«Un sobre de mate de coca es un gramo, una cucharada es como tres gramos nada más, uno podría tomar una taza de leche de 250 gramos fácilmente, esa es una ración normal. Igual uno podría comer una ración de 60 gramos de quinua o de kiwicha y ser una ración normal, entonces hay que comparar ración con ración. Esa es la que ha sido para mí la mala interpretación», aclara.

La doctora Penny recomienda, por ello, leer el ‘Informe Duke’ completo y no solo basarse en algunas de las tablas que presenta. «Yo sugiero que cualquiera lea el completo, lo que he visto es que en muchos sitios hay la tabla pero no el texto del artículo que dice mucho más», afirma.

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