La República. El respaldo del presidente Alan García al general de la Policía Bruno Debenedetti constituye un trascendental estímulo a la corrupción en el Perú. Pocas veces se ha visto en el país a un presidente de la República que ampare públicamente un acto ilegal y corrupto como el cometido por el general Bruno Debenedetti.
Un excelente reportaje de Alfredo Alí Alava reveló que Debenedetti recibió, en su cuenta personal, 280,000 soles del Municipio del Callao, supuestamente para equipamiento logístico de la Policía. Debenedetti no puede justificar en qué gastó ese dinero. (El Comercio, “Los cobros del general Debenedetti”, 2.8.10).
Se trata de un acto absolutamente ilegal. Un funcionario público no puede recibir de una entidad pública plata para su institución en su cuenta personal, y gastarlo como le da la gana sin rendir cuentas.
Delincuentes de lujo
Las explicaciones que dio Debenedetti para justificar el uso del dinero son ridículas. Sostiene que se usaron “para gastos de inteligencia”, para comprar información de delincuentes. Como la información de inteligencia es por su naturaleza reservada, no hay manera de comprobarlo.
En realidad, se trata de justificar una sustracción descarada del dinero del Estado. A menos, claro está, que los delincuentes-informantes del Callao sean los mejor pagados del Perú y quizás del mundo. Porque en ese período, Debenedetti recibía también 10,000 soles mensuales de la Dirección de Inteligencia del Ministerio del Interior para gastos en ese rubro. (El Comercio, 2.8.10).
Una parte del dinero se usó, dice Debenedetti, en construir una capilla para darles alimento espiritual a los policías.
Nada de eso se especifica en el convenio entre el Municipio del Callao y la Policía, que establece que la plata se debe usar para equipamiento logístico.
Avalando la corrupción
Hasta aquí estamos en un flagrante caso de corrupción que debería ser investigado y sancionado drásticamente.
Lo inaudito es el que el presidente Alan García salió inmediatamente a avalar la conducta ilegal e inmoral de Debenedetti.
El mismo día que El Comercio publicó la denuncia, García investigó, juzgó y absolvió a Debenedetti. Dijo que el acto ilegal “no es un delito”, que el acusado es “un oficial honesto y de buena trayectoria”, que si le dan el dinero a la Policía se hubieran demorado años en gastarlo “porque en nuestro país hay mil requisitos que cumplir”, y finalmente que “280 mil soles no es una suma terrible”.
Todas y cada una de esas afirmaciones son falsas.
¿Por qué García apareció tan rápidamente a respaldar una acción ilegal y corrupta?
Los padrinos
Carlos Basombrío ha sostenido una hipótesis. El ministro Octavio Salazar es uno de sus padrinos, él lo ascendió apenas llegó a la Dirección de la Policía, a pesar de que Debenedetti no estaba en la relación original de ascensos. (Perú.21, 3.8.10)
Fuentes policiales añaden otra información. Como todo el mundo sabe en la institución, el secretario general de Palacio de Gobierno, Luis Nava, tiene poder discrecional en los ascensos a general desde el 2006. Él sería otro de sus padrinos.
Seguridad y corrupción
La seguridad ciudadana está en crisis hoy día y es el principal problema que los peruanos señalan en las encuestas. La solución no está en comprar más patrulleros o en tener más efectivos policiales. De hecho, hay miles de patrulleros y de policías más que hace cuatro años, y todos los delitos están aumentando velozmente.
El problema fundamental es la corrupción de la policía, que está descomponiendo a la institución y que la hace ineficiente y poco confiable, con los resultados que están a la vista.
En este gobierno la corrupción se ha extendido a todos los niveles en la Policía y el Ministerio del Interior, empezando en los más altos. Todos saben que muchos oficiales invierten fuertes sumas para llegar a generales, y luego recuperan su inversión con creces. Precisamente el puesto que el ministro Salazar le ha asignado ahora a Debenedetti, jefe de Carreteras, sirve para eso. Hay mucha gasolina en juego.
Naturalmente, las ganancias se comparten.
Los subalternos ven lo que ocurre arriba y actúan en consecuencia. Los de arriba ni pueden ni quieren frenar a los de abajo, se establece una cadena de complicidades.
Por eso el aval del presidente García a Debenedetti es una de las cosas más nefastas que han ocurrido. Está claro para todos ahora que si el mandatario respalda y protege a un general que tiene ese comportamiento el resto tiene carta libre para imitarlo. En consecuencia, la descomposición de la Policía y el deterioro de la seguridad avanzarán raudamente.